Un gran regalo para todos

Vivimos en medio de una sociedad que le da un alto valor al dinero, a las posesiones, a la belleza y a la salud como tendencia de estilo de vida, y no es que estas cosas estén mal, sino que si no son administradas correctamente, se convierten en aspectos banales que a largo plazo traerán vacío a nuestra vida. En la motivación en la emisión del programa Hoy es tu día, el padre Javier Riveros, director de la Emisora Minuto de Dios Bogotá y Medellín, nos habla de un don especial de Dios, un regalo que está listo para ser entregado a quien lo pida.

Este don de Dios para sus hijos es tan importante que las Escrituras le dedican un libro completo y le da su nombre, estamos hablando de la Sabiduría. “El Señor nos da todas las cosas en abundancia, pero es la sabiduría más valiosa que las riquezas” nos dice el sacerdote eudista. Podemos tener riquezas en abundancia pero si el conocimiento de Dios no está en nosotros, corremos el riesgo de malgastar esas riquezas. En una ocasión, escuché una frase que decía: “el dinero se queda donde lo consientan”, más allá de ser consentido, considero que las riquezas se quedan donde habita la sabiduría. La sabiduría que viene de Dios es la que da las estrategias para hacer negocios, crea productos a medida para suplir necesidades, pero esa es solo una pequeña parte de lo que puede hacer. La sabiduría proporciona una muy buena salud, y no solo física sino emocional y psicológica. Al escudriñar la Palabra de Dios guiados por el Espíritu Santo, nuestra vida comienza a mejorar porque estamos dispuestos a poner en práctica el consejo de Dios. La sabiduría Divina nos ayuda a vivir con calma, “de nada nos serviría tener riquezas y salud si somos insensatos, si nos dejamos llevar por impulsos. La sabiduría es un seguro que guarda nuestro corazón” afirma el @padreriveros.

“La sabiduría de Dios sana la mente, el corazón y el cuerpo”, la biblia dice que un corazón contento alegra el semblante (Proverbios 15;13); la sabiduría nos da paz y cuando nuestro corazón está en paz, libre de rencores, resentimiento y amargura, es inevitable que aflore nuestra belleza natural.

Pero ¿cómo y dónde adquirir sabiduría? En el libro de Sabiduría, capitulo 7; verso 7, el rey Salomón nos revela el método de su adquisición: La Oración “… oré y vino a mí el espíritu de sabiduría”. “La sabiduría es un don que se debe pedir diariamente” dice el padre Riveros. La sabiduría atrae todas las cosas y todas las cosas son añadidas por su causa.  Veamos el ejemplo de Salomón. Cuando supo que sería rey sucediendo a su padre David, lo primero que hizo fue buscar al Señor en oración. Esta actitud agradó a Dios, pero agradó a su corazón aun más la respuesta del joven Salomón, quien a la propuesta dada por el Señor (pídeme lo que quieras), él respondió: Dame sabiduría e inteligencia para gobernar este pueblo. Salomón pidió acertadamente porque entendió el valor de la sabiduría y el poder que tenía esta para adquirir todas las cosas.

Por otra parte, “la sabiduría está impregnada de amor. Allí donde falta amor, falta sabiduría”. No podemos amar como Dios ama si en nosotros no está su sabiduría. Amar sabiamente nos libra de heridas, nos libra de lastimar y ser lastimados; nos hace identificarnos con las necesidades de nuestros hermanos y nos permite suplir esa necesidad de una manera que, no solo demos la ayuda sino el conocimiento pertinente para suplir su necesidad.

La sabiduría es el don más completo, es la base de una vida segura y feliz. Nos permite discernir intenciones y nos hace caminar más tranquilos por la vida. Pidamos, anhelemos cada día en oración tan invaluable tesoro; alegremos el corazón de Dios viendo más allá de lo material, entendiendo que ser sabios es actuar a la manera de Dios, y que la sabiduría de Dios en sus hijos es la sal que le da sabor al mundo.

“Padre de Amor, gracias por hablarme y por darme tantos regalos. Hoy, te pido sabiduría. Dame de tu sabiduría para conducir adecuada y correctamente la vida que me has dado, para administrar los recursos que has puesto en mi mano y para amar a todas las personas sin distinción, entendiendo que así estamos construyendo el país que está en tu corazón. Quiero ser un cristiano verdadero que con mi vivir de testimonio de Ti. Amén”

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