Compartir Navegación de entradas AnteriorLucas 12, 13-21: ¿Qué es lo que da vida?SiguienteLucas 12, 35-38: La dicha del servidor Deja un comentarioCancelarTu dirección email no será publicada. Los campos requeridos están marcados * Guarda mi nombre, correo electrónico y web en este navegador para la próxima vez que comente.