Movidos a Misericordia

Esta nueva realidad que ha traído la pandemia, ha hecho visible las diversas formas de necesidad que hasta hace poco se mantenían ocultas a nuestro alrededor. Como hijos de Dios, somos portadores de su Gracia, su Bondad y su Misericordia y nuestra tarea es ser sus representantes y actuar con Él lo hace, con prontitud, con alegría y generosidad.

En la motivación que el padre Leonardo Arboleda nos comparte en el programa Hoy es tu día, nos recuerda la importancia de velar por los más necesitados, de amarlos como a nosotros mismos. Para ello, nos comparte la lectura del Evangelio según San Lucas, en el capítulo 10, versos del 25 al 37; en donde se encuentra una de las parábolas más conocidas de Jesús: El buen Samaritano.

“El Señor nos invita a obrar como el samaritano” comenta el sacerdote eudista. En la parábola aparecen dos personajes que, a primera vista, por sus cargos se hubiese pensado que ayudarían al hombre herido, el sacerdote y el levita tenían el deber moral y espiritual de socorrer al hombre atacado, pero no lo hicieron, sino que pasaron de largo ignorando la difícil condición en la que se encontraba el hombre. Muchas veces nosotros actuamos igual que estos dos personajes y por diversas circunstancias ignoramos una mano extendida. Pero hoy, el Señor nos exhorta a dejar la indiferencia, “a estar siempre pendientes unos de otros” nos dice el padre Arboleda.

No podemos negar que en este tiempo nosotros también hemos pasado algún tipo de necesidad, no solo económica; tal vez de salud, de afecto, de paz, pero Dios en su infinita Bondad ha suplido todas nuestras necesidades y es por eso que hoy nos dice: Yo te doy para que des. Sé mi instrumento para que aquellos que no me conocen me puedan ver a través de ti y se puedan salvar.

“La compasión nos ayuda muchísimo a alcanzar a otros” dice el padre Leonardo. En medio de esta pandemia, muchas familias se encuentran pasando por necesidad, hay hermanos sin empleo y muchas vidas tristes que se ahogan en la soledad. Pero estamos nosotros, los hijos de Dios que podemos dar una palabra de aliento al que sufre, ser el oído de quien necesita desahogar su corazón para descansar y volver a empezar, dignificar a nuestro hermano con un trabajo que le permita sustentar a su familia, visitar a alguien y llevarle alimentos. El solo acto de atender a una mano extendida trae paz al corazón de ambas personas. “Dios nos ha dado mucho, demos con todo nuestro corazón de lo que Él nos ha dado”

Somos como el samaritano, peregrinos en esta tierra. Es por eso, que no podemos pasar de largo ante la necesidad, la injusticia y la violencia; antes bien, actuemos con Amor y salvemos a Colombia una vida a la vez.

“Amado Jesús, llévanos a ser movidos a misericordia para ayudar a todo aquel que necesita de Ti. Revístenos con tu Poder para ser tus Manos, tus Pies y tu Voz, y que así muchos más sean alcanzados, sean salvos y puedan disfrutar de la plenitud de tu Gracia. Amén”

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