La semilla que da vida

Nuestros campesinos conocen, entre muchas otras cosas, el valor de una semilla y el poder de fructificación que puede llegar a tener. En su enseñanza para hoy, en el programa Hoy es tu día, el padre Javier Riveros, director de la Emisora Minuto de Dios Bogotá y Medellín, nos comparte el valor infinito de una semilla que da un fruto sobrenatural y eterno.

El @padreriveros, a partir del conocido texto bíblico de la Parábola del Sembrador, (Mateo 13;1-9, Marcos 4;1-9 y Lucas 8;4-8) nos expone el poder de transformación que posee la Palabra de Dios una vez es plantada en nuestros corazones. “Dios es el Sembrador y cuando le aceptamos en nuestro corazón, Él comienza a abonar esta nueva tierra para que, al depositar su Palabra esta obre en nosotros poderosamente” afirma el sacerdote eudista.

El Señor está esparciendo su Palabra en este tiempo. Él utiliza los medios de comunicación para llevar la semilla y la humanidad es como aquel campo en el que el sembrador depositó sus semillas. Hay corazones duros que ahogan la semilla con odios y resentimientos, otros corazones escuchan, se alegran pero al primer soplo de angustia se desaniman y se dejan robar la semilla, pero hay otros corazones, que escuchan el mensaje, se dejan llenar por él y la semilla de Dios comienza a germinar, pues un corazón dispuesto es tierra fértil.

“La Palabra del Señor nos enseña a vivir cada momento intensamente, con alegría y plenitud”. Estos tiempos son particularmente difíciles, pero así mismo, se ha despertado un hambre por la Palabra de Dios. Hay más corazones dispuestos, anhelantes de un mensaje que transforme sus vidas y les enseñe a vivir sabiamente. La Palabra de Dios es eterna, su esencia no caduca, “la pandemia pasará, la enfermedad pasará, la riqueza y la pobreza pasarán, pero la Palabra del Señor permanece para siempre”. Es la Palabra del Señor la que sostiene y mantiene el mundo, por su poder todas las cosas fueron creadas y es en ella donde el Señor nos dice cómo terminará la historia de la humanidad.

Construir nuestra vida en la Palabra de Dios nos lleva a dar fruto en abundancia. Un cristiano verdadero es aquel que lee la Palabra, vive la Palabra y la Palabra vive en él. Por el contrario, un cristiano que no interioriza la Palabra corre el riesgo inminente de ser estéril espiritualmente. Un cristiano sin Palabra es una vasija vacía.

Alimentémonos diariamente con la Palabra que trae vida y hagámonos conocidos por anunciar con nuestras acciones el poder de la Semilla de Dios, la semilla que lo cambia todo.

“Te agradezco Padre Eterno, por tu Palabra viva en mi vida. Por ella, soy renovado día a día y con ella mi fe y mi esperanza se fortalecen en Ti. Dame hambre por tu Palabra, hambre que solo se sacia con las palabras de Verdad y Sabiduría que emanan de lo profundo de tu Corazón. Amén”

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