Nuestra misión como seguidores de Cristo es llevar su Mensaje, y para ello, el Señor nos capacita, nos da su Espíritu y su Nombre para que todo ser maligno sea sometido bajo nuestros pies. En la motivación que el padre Javier Riveros, director de la Emisora Minuto de Dios Bogotá y Medellín ha compartido con nosotros, nos enseña que hay algo que debe alegrarnos más cada vez que, con la autoridad del Nombre de Jesús derrotemos al maligno.
En el evangelio según San Lucas, capítulo 10, versos del 17 al 20, setenta y dos discípulos enviados por Cristo regresan a Él alegres por las maravillas que han hecho y cómo los demonios eran sometidos por el poder de su Nombre. “Es muy importante salir y anunciar el evangelio” nos dice el @PadreRiveros. Es importante porque cuando los discípulos salieron y hablaron, maravillas y milagros comenzaron a suceder, el enemigo también se levantó a hacer resistencia pero tanto él como sus obras quedaron derribadas y sometidas bajo la autoridad de Cristo en los creyentes. “Todos tenemos una misión en el lugar donde nos encontramos”, allí en tu oficina, en tu grupo vecinal, en tu colegio o universidad incluso, en el transporte público podemos hacer la misión que se nos encomendó; todos son campos de acción donde el enemigo ha querido o ha entrado, pero hoy, como discípulos de Cristo, comisionados para este tiempo, nos determinamos salir y hablar, hablar sin temor, llenos de su Santo Espíritu.
“El mal cae cuando se evangeliza” Hay poder en el Nombre de Cristo, pero este poder solo puede operar si actuamos como canales de transmisión, cuando hablamos con seguridad, su Poder se libera a través de nosotros cortando y disipando toda oscuridad y trayendo, revelando toda obra oculta de maldad. Por eso, “no estamos aquí para cederle terreno al enemigo, al contrario, estamos aquí para conquistar almas” afirma el sacerdote eudista. Arrebatarle terrero al maligno hace que establezcamos el Reino de Dios en nuestro hogar, nuestro barrio, nuestra cuidad y país. El Reino de Dios es salud, paz, prosperidad, seguridad, armonía y bienestar, pero esto es para prepararnos para la eternidad con Él. Todas estas cosas son visibles cuando evangelizamos, cuando aprendemos a vivir en Dios. La victoria sobre satanás nos produce una gran alegría, pero el Señor Jesús nos dice que no nos alegremos por eso, sino que nos alegremos de verdad, que vivamos sumamente alegres porque nuestros nombres están escritos en el cielo (Lucas 10;20).
Hacer la obra del Señor hace que nuestros nombres estén escritos en el libro de la Vida. Ahora, la pregunta es ¿estamos haciendo la tarea que se nos encomendó? Reflexionemos si la manera en cómo estamos viviendo nos llevará al cielo. “Somos frágiles, temporales en este mundo” por eso, cada día demos gracias por la vida, por la oportunidad de hablarle a alguien más. Muchas personas no despertaron hoy y aun más, es posible que se hayan marchado a una eternidad sin Dios. No temamos en decirle al mundo la verdad, en ser una antorcha encendida que muestra el Camino que lleva al Padre, seamos ese instrumento de Dios que permita que aquella alma confundida halle la Verdad y pueda escribir su nombre en el cielo.
“Poderoso Señor, me has dado toda autoridad y me has ungido para anunciar tu Mensaje. Hoy renuncio al temor que me ha impedido ser la luz que me llamaste a ser. Ningún plan del enemigo puede dañarme porque Tú estás conmigo. En este día me determino a trabajar para que muchos te conozcan y que como yo, puedan alegrarse enormemente porque sus nombres estén escritos en el cielo. Me gozo porque mi nombre también está allí. Amén”