El Señor nos llama de manera constante a que tengamos un cambio en nuestra vida. Él tiene un deseo grande de que todos se salven y que se abran a su eterna misericordia. Hablar de Dios en estos tiempos se ha vuelto poco interesante para muchos y para otros es un mensaje que cala en sus corazones.
El mundo esta divido por posturas e ideologías que en la gran mayoría de las cosas dejan a la persona de lado y esto no puede ser de esta manera. Por el contrario, estamos llamados a vivir y a compartir desde la unidad. El ser humano no es, ni será, un objeto. Por el contrario, debe ser promovido desde sus valores y virtudes siempre desde la dignidad de la persona.
El Señor llama a que tengamos un cambio en nuestra vida.
La violencia, las guerras y los conflictos dejan de lado al hombre y lo posicionan como un objeto, es válido reflexionar frente a esto y plantear si realmente las disputas nos llevan a obtener el objetivo deseado. El Señor nos invita a poder amar a los otros, a entregar más de lo que tenemos y no limitarnos en búsqueda de nuestro beneficio propio.
Vivir el Evangelio en tiempos de incertidumbre no resulta fácil, pero somos llamados a hacerlo. Inclusive los que no son creyentes también pueden obrar de una buena y aportar a la construcción de un mundo mejor, lleno de paz, amor y vida.
Oremos:
Padre Santo, en tus manos encomiendo
a todos los habitantes del mundo,
Tu eres grande, eres Creador de todo lo bueno,
inspira en los hombres un deseo de cambio y de amor,
aleja la división y permite que seamos
Participes de tu beneplácito,
Te pedimos también para que derrames tu Paz
en el mundo, oramos por los que son perseguidos
para que encuentren paz en ti.
Amén
