El ímpetu de un corazón joven.

El Señor nos ha dado dones, talentos, habilidades y capacidades según su Plan y Propósito para con nosotros. Pero, en ocasiones olvidamos estos regalos porque tendemos a anhelar lo que otros tienen o no vemos el valor tan alto de estos tesoros.

En el espacio de la motivación del programa Hoy es tu día, el padre Javier Riveros, director de la Emisora Minuto de Dios Bogotá y Medellín, nos compartió una enseñanza que nos lleva a recordar que en las manos de Dios nuestra vida tiene un valor inconmensurable. El padre Riveros basa su enseñanza en el Evangelio según San Juan, capítulo 6, verso 9; un pasaje en donde Jesús alimenta a una multitud que se había congregado a escucharle. Cristo les pregunta a sus discípulos sobre qué hacer para suplir la necesidad de alimento de tantos, (aunque Él ya lo sabía). Los discípulos responden humanamente, guiados por la vista, y es entonces, cuando aparece un jovencito y le ofrece a Jesús todo lo que tenía: cinco panes de cebada y dos peces.

Muchas veces, nosotros reaccionamos como los discípulos y le decimos al Señor, pero ¿qué es esto para tantos? ¿quién soy yo para ir a hablarle a mi vecino de Ti? ¿cómo puedo hacer empresa con esto que tengo? Siempre pensamos que lo que somos o lo que tenemos no es lo suficientemente bueno para que Dios lo use. Hoy Dios nos dice: Te equivocas. “El Señor nos pide que tengamos la actitud del muchacho, una actitud de entusiasmo, de fe” nos dice el sacerdote eudista. No permitamos que por las dificultades de la vida, nuestros sueños y propósitos caigan en el olvido ni mucho menos que nuestro espíritu se envejezca; al contrario, pidamos la llenura rebosante del Espíritu Santo, que su Presencia renueve nuestra vitalidad para que “tengamos y mantengamos vivos los sueños y los ideales en nuestra vida pues estos son los que nos mueven a ir más allá de nuestras capacidades” afirma el @padreriveros.

No escuchemos las voces que dicen que aquello que sabemos o hacemos es poco, o es algo común. Cuando depositamos nuestros talentos y nuestras habilidades en las manos de Dios, el Señor se goza, se complace, porque no solo le estamos dando aquello que hace parte indiscutible de nosotros sino que le estamos diciendo con esto que confiamos en Él, que nos rendimos a Él y que con Él lo que somos y tenemos puede ser útil para bendecir y para servir a otros. “No menospreciemos lo que el Señor nos ha dado y lo que somos en Él”.

No dudemos de las habilidades que el Señor a puesto en nuestras manos, menos de lo que Él puede y quiere hacer con ellos cuando los depositamos a sus Pies; pues no sabemos en qué momento estos se conviertan en canales de bendición o el medio para ver un milagro en la vida de alguien. Compartamos de lo que el Padre nos ha dado; la suma de las habilidades de todos, pueden dar a luz grandes obras para el bienestar de la humanidad y así glorificar al Señor en el mundo.

“Padre Nuestro, gracias por los dones y habilidades que has puesto en mí. Quiero ser como ese joven que no se reservó nada para sí mismo, sino que creyó y confió en Ti. Úsame para que, con las herramientas que me has dado, sirva a mis hermanos con el gozo, el ímpetu y el entusiasmo de un espíritu rejuvenecido por la Gracia del Espíritu Santo. Amén”

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