El Evangelio de Mateo 13, 28-23, nos explica la parábola del sembrador y nos ha hace un énfasis sino en el campo donde es sembrada la semilla y las condiciones que este tiene para que ella dé fruto. Ese campo o terreno representa a los oyentes de la Palabra. Ahí es donde conecta contigo y conmigo, porque nosotros somos oyentes de la Palabra.
Existen la posibilidad que la Palabra de un fruto al 30%, al 60% o al 100 % en nuestra vida, o que no dé ninguno. Todos queremos que dé fruto. Queremos ser un terrero en el que en la semilla de dé un fruto en abundancia, es el terreno bueno, que escucha la Palabra y la entiende, ese dará fruto abundante.
Razones para ser terrenos que no dan los frutos que se esperan:
- Escuchamos pero no entendemos la palabra de Dios: no lo entendemos por diferentes razones, falta de atención, no le damos importancia, no la hemos incorporado a nuestra manera de vivir, y por ello no da fruto en nuestra vida.
- Nos quedamos en un campo superficial: como al borde del camino. No vamos a profundidad, escuchamos por encima un mensaje, en la emisora, o el libro y termina siendo un mensaje entre tantos y qué pasa, no queda nada y enemigo viene y se roba lo poco que se recibió de la palabra del Señor.
- No tenemos raíces: cuando no hay profundidad y no somos constantes, la Palabra del
Señor hay que profundizarla diariamente, ser constantes en su escucha. Así como hacemos un diálogo permanente con las personas que están a nuestro lado, es igual, con Dios se habla diariamente. - Estamos llenos de afanes, las angustias, las preocupaciones, ocupados por el amor a las riquezas, por el dinero. Estamos tan ocupados que no hay tiempo para la Palabra de Dios. Si lográramos entender justamente la Palabra es la que nos va a liberar de la angustia, de la ansiedad, de las preocupaciones. Si escuchamos bien y comprendemos, tendremos más aún en medio de la tormenta, estamos en una situación difícil en Colombia y en todas partes, pero si escuchamos a Dios, aun bajo esas condiciones tendríamos paz.
La Palabra nos trae aún en medio de estas circunstancias la paz, nos enseña y prepara para saber cómo actuar, no con desesperación, angustia, miedo o indiferencia; sino con severidad, sabiduría, compromiso, iluminación desde la palabra de Dios.
Cuando se vive de acuerdo a la Palabra es cuando viene la abundancia a nuestra vida, nunca nos va a faltar nada, ni en lo espiritual o material, si entendiéramos que muchas veces la pobreza, las deudas, y las ruinas para una persona, familia o para un país, vienen por no haber escuchado la palabra de Dios, las cosas serían muy diferentes, no andaríamos afanados por el dinero, más bien estaríamos buscando a Dios y su Reino, y todo el resto llegaría por añadidura.
Miremos los terrenos, es decir, nuestros corazones, qué clase de terreno somos para poner esta poderosa semilla de la Palabra de Dios que puede salvarlos, sanarnos, quitarnos la angustia, la depresión. Pensemos cuáles son nuestros obstáculos a la Palabra del Señor porque el sembrador ya ha salido a regar sus semillas, ahora qué vamos a hacer nosotros para darle las condiciones favorables a la semilla, para que no se pierda, o se ahogue, si no que ella se pueda desarrollar con todo su poder, transformar nuestra vida, sanar nuestro corazón, familia y nuestro país.