Unidos en oración con Maria, por un Pentecostés Permanente

EL HIMNO DE LA MADRE DEL SEÑOR: MAGNIFICAT

a) Proclama mi alma la grandeza del Señor: El Magníficat comienza con un estallido de exultación: Mi alma, mi yo, declara grande al Señor. Ser “grande” es una de las características divinas del hijo de María. Por eso ella declara grande al señor Dios. Invitada por el Ángel a la alegría como también Zacarías y el pueblo, María se alegra en Dios “su Salvador”. Y el motivo de todo ello es que he recibido un hijo.

b) Se ha fijado en su humilde esclava:

El Dios grande manifiesta paradójicamente su grandeza fijándose, deteniendo su complaciente mirada en lo pequeño; así lo confiesa María “se ha fijado en su humilde esclava”. el Dios fuerte se muestra débil en favor de lo pequeño; se fija en la “humildad”.

c) Me felicitarán todas las generaciones:

Cuando María continúa diciendo “desde ahora me felicitarán todas las generaciones” recuerda a otra madre del Antiguo Testamento: Lía la madre de Juda. El Mesías procede de la tribu de Judá. En Gen 30,13, Lía se alegra: feliz de mí pues me felicitarán las demás mujeres.

La afirmación de María es audaz. Su canto se vuelve hacia el fruto y se hace profecía inconmensurable: ¡todas las generaciones!

d) Sí porque hechuras grandes por mí: Su motivo de alabanza es que Dios manifiesta su grandeza en las obras grandes que realiza. La mayor de ellas fue el éxodo: (cf. 10, 21). Pero María reconoce que es ahora cuando se está produciendo el nuevo y definitivo éxodo: “El hace proezas con su brazo.

Dispersa a los soberbios de corazón. Derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes. A los hambrientos los colma de bienes, y a los ricos los despide vacíos.

Auxilio a Israel su siervo”. Dios aparece como un Guerrero que lucha en favor de su pueblo. Esa acción liberadora definitiva tiene un inicio en aquello que está aconteciendo en María.

e) Evangelio para los humillados: Para María este Dios es Santo es misericordioso.

“Santo y terrible es un hombre”, dice el salmo 119, pues al mismo tiempo se alude a la redención que Dios envió a su pueblo y a la alianza establecida para siempre. El Ángel le dijo que el fruto de su vientre sería “Santo y se llamaría hijo de Dios”; por eso María proclama: “Santo es su nombre”. Pero Dios es, al mismo tiempo misericordioso, muestra su amor en la alianza de amor con su pueblo, y su gracia misericordiosa hacia los humillados y aquellos que le temen.

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