Una misión inaplazable

Es inevitable pensar que estos son los tiempos que Jesús habló que antecederían su Regreso. Escuchamos de rumores y amenazas de guerra, hay desastres en diferentes partes del mundo y las pestes parecen manifestarse una tras otra. En su intervención de hoy, en el espacio de la motivación del programa Hoy es tu día, el padre Javier Riveros, director de la Emisora Minuto de Dios Bogotá y Medellín, nos comparte un mensaje que nos recuerda nuestra principal tarea como seguidores de Cristo.

En la 2da carta del Apóstol Pablo a Timoteo, capítulo 4, versículos del 1 al 8; este le hace un último pedido pues presiente que el final de su carrera está cerca. “El pedido de Pablo a Timoteo es un pedido que incluye a la Iglesia de Cristo hoy, es una misión que nos compete íntegramente a nosotros” nos dice el padre eudista.

La primera tarea que Pablo le encomienda a Timoteo y que se extiende a todo hijo de Dios es la de hablar el mensaje en todo momento, Pablo lo llama a tiempo y a destiempo. Debemos hablar la Palabra del Señor en toda ocasión, dar a conocer a los demás el mensaje que corrige alivia las heridas del alma y salva del castigo eterno. “Para predicar la Palabra es necesario que no solamente esté en la boca, sino también en el corazón; entenderla y meditar continuamente en ella” afirma el @padreriveros. La Palabra de Dios debe estar presente en nuestras conversaciones o cuando damos un consejo o un testimonio; es muy importante hablar de la Gracia y del Perdón de Dios y más ahora que la gente pareciera no querer saber pero que en el fondo de sus corazones están anhelantes, expectantes por un consejo que traiga paz a sus vidas. No busquemos un mensaje que nos complazca sino que traiga reflexión y arrepentimiento a nuestras vidas.

El cumplimiento de esta importante misión conlleva sacrificios, luchas y pruebas. Es por eso que Pablo le recomienda a Timoteo y por consiguiente a toda la Iglesia a que se mantenga sobrio, a que esté y estemos alertas frente a las señales, pacientes frente a las vicisitudes que se presenten en cumplimiento de nuestra tarea y a esperar con gozo y amor la Venida del Señor.

“No nos dejemos robar la paz, no caigamos en la angustia y en la ansiedad”, vendrán tiempos de alta prueba, tiempos que nos probaran hasta lo sumo, como es probado y refinado el oro; pero permanezcamos firmes en la oración, sigamos sirviendo a los demás con el gozo de la primera vez, pues allí está nuestra felicidad y nuestra bendición. Cumplamos con honor nuestra misión sabiendo que al final nos espera nuestro Señor Jesucristo para darnos la Corona de la Vida.

“Señor, en este día recibo la misión a la que me has llamado y dispongo todo de mi para cumplirla fielmente. Limpia mis labios con tu Carbón Encendido y purifícame para que tu Palabra salga de mi boca y cumpla el propósito que Tú has determinado con ella. Úsame para ser tu antorcha encendida y que el mundo pueda llegar a tus Pies y ser salvo. Amén”

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