La Iglesia es Santa porque ha sido instituida en Jesucristo, Él como esposo de ella la santifica y la prepara para el gozo del Reino celestial. Ha enviado al Espíritu Santo para que cada uno de sus miembros sea auxiliado, acompañado y fortalecido para la misión de anunciar la buena nueva. Sin embargo, en la sociedad como se vive hoy no resulta del todo fácil ser creyente, se enfrentan una realidad llena de secularismo, de posturas que alejan al hombre de la Iglesia y de Dios y que lo llevan a creerse autosuficiente en su vida.
El testimonio es la mejor manera de predicar:
Muchas veces se ha entendido que la persona que está en el púlpito predicando es la única que tiene la función de anunciar a Cristo, sin embargo, cada bautizado tiene el deber y la obligación de mostrar con su vida el Evangelio que ha recibido. En un mundo en el cual no se deja llevar por discursos, el Espíritu Santo obra de formas maravillosas sin que la persona lo note. Quizas en un saludo, en una sonrisa, en ayudar a alguien se logra predicar y dar muestras de lo que Dios ha hecho en la vida de cada uno.
El Espíritu obra en los corazones abiertos a el:
Por lo anterior, es importante considerar que Dios obra de formas inimaginables, pero necesita que cada uno abra su corazón para actuar. Al haber recibido el kerigma (el anuncio de Cristo) el Espíritu Santo comienza a transforma y hacer nueva su vida, lleva un mejor rumbo y es capaz de obrar de responder de distintas maneras. El cristiano no está solo, tiene todo el respaldo del amor de Dios, el acompañamiento permanente del Hijo y el Auxilio del Espíritu Santo que guía su vida.
Estamos próximos a vivir nuestro gran Encuentro de Pentecostés, es un tiempo para ser renovados, para ser transformados y artífices de un mejor porvenir. Aun quedan escarapelas para que tu puedas ser trasnformado por el amor de Dios este próximo 13 de mayo.