Paso a paso en las últimas horas de Jesús. Estudio de la Pasión según san Mateo (Mt 26-27)

Paso a paso en las últimas horas de Jesús.

Estudio de la Pasión según san Mateo (Mt 26-27)

 

 

  1. Fidel Oñoro, eudista

 

 

 

INTRODUCCIÓN

 

 

‘Desnuda y colgada sobre una cruz

hay que adorar la verdad’

(Guigo II, el Cartujo. Siglo XII dC)

 

 

La lectura de la pasión, muerte y resurrección de Jesús nos remite al fundamento de la fe cristiana. Se trata de reencuentro con la vida. Cada línea de la narrativa tiene para nosotros una palabra de esperanza.

 

La muerte y la resurrección de Jesús contienen un gran mensaje. Son el signo de que el mal y la violencia no tienen la última palabra. Todo lo contrario, nos enseña que sólo el amor vivido en la libertad y en la responsabilidad es la única fuerza capaz de darle sentido pleno a nuestras vidas. Este hecho histórico y su mensaje constituyen el núcleo de la fe cristiana.

 

Por eso predica Pablo:

‘La muerte ha sido absorbida en la victoria.

¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está, muerte, tu aguijón? …

Demos gracias a Dios, que nos da la victoria por nuestro Señor Jesucristo’

(1 Cor 15,54-57)

 

Este anuncio está destinado a abrir un camino de esperanza para todos. Nos ofrece una respuesta a la necesidad que tenemos de darle una orientación sólida a todo lo que constituye nuestra vida.

 

Hay lecturas de la Pasión y de la Resurrección de Jesús que queremos evitar. Sobre todo aquellas ‘dolorísticas’ que deforman la imagen de Dios. Los evangelios evitan los detalles del dolor para que no caigamos en el ‘voyerismo’ de quien le gusta ver torturas y sangre.

 

Los evangelios se valen de un lenguaje sobrio que va a lo esencial. Lo más importante no son las torturas abominables que Jesús sufrió, no es el dolor en sí mismo lo que enfocan los evangelios, sino la manera como lo asumió.

 

En lo que la narrativa de los evangelios se fija es en las actitudes de un amor que transforma el sufrimiento y la muerte en una fuente de vida.

 

Un Jesús que ama hasta el extremo (Jn 13,1) a su Padre Dios y a la humanidad a la cual ha sido enviado, orando intensamente a Dios e intercediendo por sus verdugos, abandonándose plenamente en el Dios del Reino que él reveló con el lenguaje de su praxis comprometida.

 

La lectura de la Pasión es una invitación a rehacer el camino de Jesús, tomando su misma decisión de gastar nuestra vida por los demás con libertad y por amor. La Pascua ilumina la existencia de quien busca el rostro de Dios.

 

Le dará un nuevo sabor a nuestra vida. Nos invitará a descubrir la belleza de las decisiones radicales, del ser y del hacernos agentes de solidaridad.

 

En la Pasión se juntan violencia sufrida y amor ofrecido. Son acontecimientos contradictorios. En Jesús se juntan una muerte infringida por los hombres y una resurrección obrada por Dios. La contemplación de la Cruz implica de estos dos aspectos.

 

No lo olvidemos, Mateo, como también los otros evangelistas, nos narra la Pasión de Cristo desde una fe convencida en la Resurrección.

 

Esta fusión de lo humano y lo divino, que sólo la Biblia sabe leer en la historia de Jesús de Nazaret, es lo que vamos a ir descubriendo. Nos llevará a experimentar una pascua que va aconteciendo en la medida en que progresamos en el relato. Comprenderemos cómo hemos sido salvados a través de una vida gastada en el servicio en medio del dolor y de la entrega absoluta de la existencia por amor a la humanidad entera.

 

Por eso la narración de la pasión y muerte de Jesús no se pueden separar del resto de su vida. En nuestra lectura haremos muchas conexiones. Lo que ocurre en la Pasión tenía antecedentes en el relato previo del evangelio. Así aprendemos a vivir en este mundo como vivió Jesús. Esto implica la comprensión de la vida desde la clave que nos da el final, ese extremo de la vida terrena de Jesús en la cumbre pascual. ¡Quien entiende la muerte entiende la vida!

 

¡Bienvenidos a la narración de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús!

 

¡Bienvenidos a esta narración de Dios y de su amor hasta la Cruz en la persona de su Hijo Jesús!

 

¡Bienvenidos a la escucha de un “Evangelio”; esto es, de una Buena Noticia que, al fin y al cabo, nos llena de dicha!

 

Esta Buena Noticia contiene el núcleo del anuncio cristiano: nuestro destino no es la muerte, sino la vida. ¡Todo dolor se puede transfigurar en alegría!

 

‘Gracias sean dadas a Dios que nos da la victoria por nuestro Señor Jesucristo’ (1 Cor 15,57).

 

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VISIÓN DE CONJUNTO DEL RELATO DE LA PASIÓN SEGÚN SAN MATEO

(Minutos 16 a 23)

 

El relato de pasión de Jesús que hace Mateo, es un drama vigoroso que domina dos capítulos enteros de su evangelio (26 y 27). Pero no termina en la muerte sino en la proclamación solemne de Jesús en lo alto de un monte de Galilea: “Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra” (28,18). La última palabra es la potestad de Jesús.

 

El evangelista refiere en un lenguaje sobrio y controlado los acontecimientos de los las últimas horas de vida de Jesús.

 

El ritmo de la narración es rápido. Comienza con un preludio en el que se anuncia con solemnidad la pasión y donde se ve cómo los adversarios de Jesús preparan el complot para lograr su muerte (26,1-16).

 

Luego continúa orientándose hacia el momento decisivo de la pasión misma, con los hechos que se refieren a la última cena pascual (26,17-35), donde Jesús explica el significado de su muerte inminente.

 

El ritmo se hace entonces más veloz en el Getsemaní, con la oración insistente de Jesús, seguida por la llegada repentina de Judas y de la multitud que viene a arrestarlo (26,36-56).

 

Paso siguiente, Jesús es llevado ante el sanedrín, donde desafía la condena confesando sin miedo su propia y verdadera identidad, mientas que en ese mismo momento Pedro –ante los siervos y los otros espectadores que están en el patio– niega ser discípulo suyo (26,57-75).

 

Cuando Jesús es llevado ante Pilatos para el proceso judicial, se nos presenta el trágico destino de Judas (27,1-10). El proceso ante el gobernador romano llega a su culmen en el momento en que Jesús es rechazado y condenado por su propia gente (27,11-31).

 

Luego viene la crucifixión y muerte de Jesús, una escena que en el relato de Mateo asume proporciones casi cósmicas (27,32-56).

 

El drama concluye con una nota de esperanza que se insinúa, cuando el Mesías crucificado es sepultado por un discípulo (27,57-61), mientras que los jefes, inquietos y perturbados, insisten para que Pilatos mande a vigilar el sepulcro (27,62-66). Es una preciosa transición hacia el vigoroso anuncio pascual que viene: Jesús triunfa sobre la muerte y recibe todo poder sobre el cielo y la tierra (Mt 28,1-20).

 

Hagamos una lectura con particular mirada de Mateo

 

Durante toda la narración, Mateo permanece notablemente fiel a aquella que parece ser su fuente primaria de información: el relato de la pasión según san Marcos. La mayor parte del material de Marcos es seguido al pie de la letra. Sin embargo los dos relatos no tienen nada de superfluo.

 

Mateo reescribe con precisión pero con vigor la historia de Marcos, moldeándola según su propia perspectiva teológica. En nuestra lectura vamos a subrayar las modificaciones sutiles que Mateo hace en el escrito del otro evangelista para que bebamos de las características distintivas de su relato.

 

La “teología” de Mateo, o sea, el significado que él le da la muerte y a la victoria de Jesús, es la finalidad principal de nuestro estudio.

 

El evangelista comunica esta teología, no a través de comentarios explícitos, sino precisamente a través de su manera de contar los terribles acontecimientos de la pasión.

 

Y precisamente sobre este estilo propio a la hora de relatar la pasión es que concentraremos nuestra atención.

 

Te invito a repasar la dinámica narrativa, a observar los pasos que Jesús da durante las últimas horas de su vida terrena y el plus de sentido que va brotando en cada escena.

 

Lo primero que hay que hacer es leer por cuenta propia los capítulos 26 y 27 de Matero.

 

Déjate ayudar por este esquema:

 

  1. Preludio:

La Pasión es anunciada e interpretada con palabras y acciones simbólicas (26,1-16)

 

  • Predicción final de la Pasión (26,1-5)
  • Unción para la sepultura en Betania (26,6-13)
  • La traición por parte de “uno de los Doce” (26,14-16)

 

  1. La última Pascua de Jesús y su comunidad (26,17-35)

 

  • El “kairós” está cerca: prepararse para la Pascua (26,17-19)
  • Anuncio de la traición: “Uno de vosotros me entregará” (26,20-25)
  • La cena: el cuerpo despedazado y la sangre derramada (26,26-29)
  • Anuncio del escándalo de la comunidad y las negaciones de Pedro (26,30-35)

 

  1. El Getsemaní: la entrega del Hijo del hombre (26,36-56)

 

  • La oración en el Getsemaní (26,36-46)
  • El arresto (26,47-56)

 

  1. El proceso judicial ante el Sanedrín (26,57-27,10)

 

  • El interrogatorio por parte del Sanedrín (26,57-68)
  • Las negaciones de Pedro (26,69-75)
  • La condena de Jesús (27,1-2)
  • El destino del traidor (27,3-10)

 

  1. El proceso judicial por parte de Pilato (27,11-31)

 

5.1. El interrogatorio por parte de Pilato (27,11-14)

5.2. Jesús o Barrabás: la escogencia decisiva (27,15-26)

5.3. El rey humillado (27,28-31)

 

  1. Crucifixión y muerte de Jesús (27,32-56)

 

6.1. Crucifixión y burlas finales (27,32-44)

6.2. La muerte del Hijo de Dios (27,45-56)

 

  1. La vigilia en la tumba (27,57-66)

 

Aunque en este estudio daremos mayor fuerza a Mt 26-27, no dejaremos de decir una palabra sobre la otra cara de la moneda:

 

  1. El anuncio pascual (28,1-20)

 

Ahora toma nota. Vamos a profundizar en cada una de las partes de esta robusta narración.

 

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LECTURA CURSIVA DE LA PASION SEGÚN SAN MATEO

 

 

  1. Preludio. La Pasión es anunciada e interpretada con palabras y acciones simbólicas (26,1-16)

 

Leamos primero el texto:

 

Texto

 

27,1Y sucedió que, cuando acabó Jesús todos estos discursos, dijo a sus discípulos:

2«Ya sabéis que dentro de dos días es la Pascua;

y el Hijo del hombre va a ser entregado para ser crucificado.»

 

3Entonces los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo se reunieron en el palacio del Sumo Sacerdote, llamado Caifás; 4y resolvieron prender a Jesús con engaño y darle muerte. 5Decían sin embargo:

«Durante la fiesta no, para que no haya alboroto en el pueblo.»

 

6Hallándose Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso, 7se acercó a él una mujer que traía un frasco de alabastro, con perfume muy caro, y lo derramó sobre su cabeza mientras estaba a la mesa.

 

8Al ver esto los discípulos se indignaron y dijeron:

«¿Para qué este despilfarro?

9Se podía haber vendido a buen precio

y habérselo dado a los pobres.»

 

10Mas Jesús, dándose cuenta, les dijo:

«¿Por qué molestáis a esta mujer?

Pues una «obra buena» ha hecho conmigo.

11Porque pobres tendréis siempre con vosotros,

pero a mí no me tendréis siempre.

12Y al derramar ella este ungüento sobre mi cuerpo,

en vista de mi sepultura lo ha hecho.

13Yo os aseguro:

dondequiera que se proclame esta Buena Nueva,

en el mundo entero,

se hablará también de lo que ésta ha hecho para memoria suya.»

 

14Entonces uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue donde los sumos sacerdotes, 15y les dijo:

«¿Qué queréis darme, y yo os lo entregaré?»

 

Ellos le asignaron treinta monedas de plata. 16Y desde ese momento andaba buscando una oportunidad para entregarle.

 

 

Mateo abre la narración de pasión con tres escenas que hacen saltar al lector por los fuertes contrastes:

  • El primero: mientras Jesús predice que la Pasión está a punto de comenzar, sus adversarios hacen un complot en secreto contra él (26,1-5).
  • El segundo: una mujer anónima prepara su cuerpo para la sepultura, no obstante las protestas de los discípulos de Jesús (26,6-13).
  • La tercera: como consecuencia Judas, uno de los doce, vende a su Maestro por treinta monedas de plata y le da impulso al plan decisivo para el arresto de Jesús (26,14-16).

 

De esta manera, Mateo presenta con pronta eficacia a la mayor parte de los principales protagonistas y antagonistas del drama de la pasión y nos embarca a todos en el curso hirviente de su tragedia.

 

 

  • Introducción: La predicción final de la pasión y la conspiración de las autoridades (26,1-5)

 

El Jesús de Mateo es un “Maestro”. Todo comienza con una enseñanza suya:

 

1Y sucedió que, cuando acabó Jesús todos estos discursos, dijo a sus discípulos:

2«Ya sabéis que dentro de dos días es la Pascua;

y el Hijo del hombre va a ser entregado para ser crucificado.»

 

Mateo le da impulso al relato de la pasión entrando en el tema con una especie de pausa. A diferencia de Marcos, donde la pasión comienza bruscamente (cf. Mc 14,1), él parece detenerse y dejar que poco a poco el relato retome su propia respiración. El mismo Jesús les advierte con calma y con firmeza a los discípulos sobre la inminencia del arresto y de su crucifixión, casi como si él mismo le diera paso a la realización de los acontecimientos decisivos, que ahora pueden comenzar.

 

1.1.1. La predicción final de la pasión (26,1-2)

 

Cuando Jesús termina su discurso sobre el fin, y todos los discursos, los discípulos son invitados a ver el comienzo a través de su muerte y resurrección.

 

  1. a) La circunstancia (26,1)

 

1Y sucedió que, cuando acabó Jesús todos estos discursos, dijo a sus discípulos…

 

Una frase similar puntualiza la conclusión cada uno de los cinco sermones que son característicos de este evangelio: así termina el sermón de la montaña en 7,28; así termina el sermón de la misión en 11,1; así termina el sermón en parábolas en 13,53; y así termina el sermón sobre la vida comunitaria en 19,1.

 

Así termina también el último discurso, que ha abarcado los capítulos 24 y 25, que es el llamado discurso escatológico. Con la primera línea del relato de la pasión en 26,1, que dice “cuando acabó Jesús todos estos discursos”, indica que el discurso de los dos capítulos anteriores, con los cuales había advertido a la comunidad sobre la crisis futura y la había exhortado a la vigilancia y la fidelidad, ya ha había terminado.

 

La Pasión comienza cuando las enseñanzas de Jesús han terminado a nivel discursivo, pero no a nivel de los hechos. El fin está cerca y Jesús ha cumplido su importante misión de magisterio con los discípulos, que Mateo ha ilustrado de manera particular a los largo de todo el evangelio a través de los discursos principales.

 

Ahora, cuando la enseñanza de Jesús se aproxima a la conclusión, sólo queda una lección que no se da con discursos sino con hechos: la lección que proviene de su muerte obediente en la cruz. Además, esta lección consiste en el comienzo del fin que se acaba de anunciar.

 

A través de las palabras de este versículo, es posible que el evangelista haya querido comparar agudamente a Jesús con Moisés. En el libro del Deuteronomio encontramos una expresión conclusiva de los discursos de Moisés que es similar a la que Mateo le aplica a Jesús: Dt 31,1.24 y 32,45.

 

En el momento en el que el gran Jefe y salvador de Israel ha completado sus instrucciones al pueblo y está apunto de darle su bendición antes de subir al monte Nebo para contemplar desde lo alto la tierra prometida, en Dt 32,45 se dice: “Cuando Moisés terminó de pronunciar estas palabras ante todo Israel, les dijo…”.

 

Esta comparación entre Moisés y Jesús no debería extrañarnos cuando leemos el evangelio de Mateo. Este mismo evangelista había conectado a Moisés y a Jesús ya desde el comienzo del evangelio, en la narración de la infancia: ambos habían sufrido la persecución y el exilio en el momento del nacimiento.

 

Pues bien, ahora un nuevo maestro y salvador –que son las mismas características por las cuales era recordado Moisés— había completado su enseñanza y estaba a punto de cumplir el acto de la liberación final en beneficio de su pueblo.

 

Es la entrada por la puerta grande de la nueva y definitiva pascua.

 

  1. b) Las palabras de Jesús (26,2)

 

2«Ya sabéis que dentro de dos días es la Pascua;

y el Hijo del hombre va a ser entregado para ser crucificado.»

 

Observemos ahora el contenido de las palabras de Jesús en 26,2: “Ya sabéis que dentro de dos días es la Pascua; y el Hijo del hombre va a ser entregado para ser crucificado” (26,2). Estas palabras de Jesús son el último y el extremo anuncio de la pasión.

 

La pasión comienza con una palabra de Jesús, quien, de esta manera, pone en movimiento todo el proceso de la pasión. Él aparece seguro de lo que está determinado para él. El hecho que su profecía preceda el relato de la conspiración de sus adversarios, deja entender su previo conocimiento de los acontecimientos. Jesús está más enterado y parece tener más control sobre los acontecimientos que ellos.

 

Como en la versión de Marcos, el relato de la pasión según san Mateo comienza el miércoles. Jesús será crucificado el viernes 15 de Nisán, que aquel año –por casualidad- era la fiesta de Pascua. Estamos entonces en el 13 de Nisán.

 

Que la pascua estuviera cercana ya lo sabían los discípulos, puesto que se trataba de una fiesta importante de peregrinación. El “saber” recae ante todo sobre la primera parte de la frase: la cercanía de la fiesta; pero no es improbable que también sobre la segunda, sobre todo porque Jesús mismo les había hablado suficiente sobre lo que estaba a punto de venir (sobre el “saber”, ver 20,25; 22,16). J. Gnilka prefiere leer un imperativo: “Sepan que…”, según esta lectura Jesús estaría anunciando solemnemente el fin de su ministerio.

 

El protagonista ya está sobre el escenario y solemnemente ha declarado su propósito. Más aún, nos ha dado el programa de todo lo que sigue.

 

Al dar inicio al relato de la pasión con el anuncio hecho por Jesús de su propio arresto y de su propia crucifixión, Mateo presenta a Jesús como alguien que controla plenamente los acontecimientos que están por sobrevenirle a él y a sus discípulos, y subraya así la majestad y la autoridad de Maestro. Ya desde el dramático encuentro ocurrido en Cesarea de Filipo, Jesús había llamado la atención de los discípulos diciéndoles que el punto culminante de su misión estaba en la cruz y la resurrección. A partir de entonces en tres ocasiones, en 16,21; en 17,22; y en 20,17, Jesús predice su captura, sus sufrimientos, su muerte y su triunfo final.

 

Curiosamente esta última profecía, que está en 26,2 encabezando el relato de la pasión, es la más concisa de todas: “El Hijo del hombre va a ser entregado para ser crucificado”. Esta vez no se habla de resurrección, todo se concentra en la pasión. Además, proviene de boca de Jesús, quien habla con autoridad propia, y no de las antiguas Escrituras. El drama que está comenzando nos va a exponer, con gran precisión, todos los detalles tremendos encerrados en estas pocas palabras.

 

 

[PAUSA]

 

 

1.1.2. La conspiración de las autoridades (26,3-5)

 

3Entonces los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo se reunieron en el palacio del Sumo Sacerdote, llamado Caifás; 4y resolvieron prender a Jesús con engaño y darle muerte. 5Decían sin embargo:

«Durante la fiesta no, para que no haya alboroto en el pueblo.»

 

Al mismo tiempo que Jesús “enseña” sobre el destino que le espera, las autoridades judías ya lo ponen en marcha mediante un complot.

 

Una vez que el protagonista y sus propósitos han sido introducidos, los enemigos y su esquema aparecen. Uno piensa en el Salmo 2,2.

 

Los sumos sacerdotes y los “ancianos del pueblo” (expresión de Mt y Jn, no en Mc y Lc) aparecen unidos en 16,21; 21,23; 26,47; 27,1.3.12.20.41. La ausencia de los fariseos, quienes casi no participan en el relato (excepto 27,62) es sorprendente. Los enemigos de Jesús probablemente sean los de la aristocracia del Templo. Esto mismo explica la ausencia de los escribas, quienes solo aparecen dos veces (26,57; 27,41).

 

El sanedrín, que es el cuerpo dirigente formado por los jefes hebreos, se reúne en la casa de Caifás. Mateo, junto con Juan, nombra expresamente al sumo sacerdote de ese momento, se trata de Caifás, cuyo gobierno duró del 18 al 36 dC.

 

De nuevo, en contraposición con la simple alusión a una conspiración que está en acto, como lo sugiere Mc 14,1-2, Mateo más bien hace reunir a los jefes en un consejo, o sea, en una reunión formal de los jefes del pueblo. Sin embargo prevalece la mentira: ellos quieren arrestar a Jesús, como dice el v.4, “con un engaño”, para luego darle muerte.

 

La hipocresía es evidente, los jefes no quieren hacer esto “durante la fiesta” de Pascua para que no hayan tumultos entre el pueblo, ya que el pueblo venera a Jesús.

 

La descripción que Mateo hace de esta reunión secreta de los jefes y de su impávida conjura, como también del deseo de no llevar a cabo su plan durante la solemnidad, tiene algo de irónico y ciertamente tiene como finalidad poner en destaque la majestad de Jesús. Mientras él habla abiertamente a sus discípulos (26,55), los otros secretamente.

 

La palabra griega “tóte”, que quiere decir “entonces”, así como el tiempo de los verbos usados aquí por Mateo, lo llevan a uno a pensar que las dos escenas se desarrollen prácticamente al mismo tiempo. Se deja entrever entonces una tremenda ironía: mientras Jesús comunica con estilo profético el tiempo preciso de su entrega y de su muerte, los jefes deciden no arrestarlo durante las fiestas. En cambio –como un lector atento nota rápidamente- la traición de Judas hará posible el arresto durante la solemnidad pascual (26,14-16), demostrando así que la predicción de Jesús era exacta.

 

Surge una ironía: aquellos que deberían estar celebrando la libertad hacen planes para mantener su esclavitud matando a quien puede darles verdadera libertad. Ellos saben lo  que están haciendo.

 

Analicemos ahora las palabras de los adversarios de Jesús.

 

A primera vista se hace sentir el contraste con la escena anterior. La firmeza de las palabras iniciales de Jesús aparecen en evidente contraste con la desorganización y el secreto de sus adversarios (26,3-5).

 

“Durante la fiesta no”. Uno piensa en las multitudes que admiran a Jesús en Mt 21 y en lo que implica una fiesta judía. Ver 22,47. La expresión podría significar “en presencia la multitud que viene a la fiesta” (J. Jeremías). Quizás podría leerse: “no antes de la fiesta”; ya que la gente llega a la ciudad días antes para preparar los ritos, un tumulto era más probable en este período. Lo más probable es “durante la fiesta”.

 

Mientras Jesús, la víctima de la conspiración, sabe que será arrestado dentro de dos días (26,2), lo que hacen los arreglos para lograrlo no pueden anticipar el futuro: ellos no prevén la oportunidad que les dará Judas “durante la fiesta”. Tampoco prevén que las multitudes no protegerán a Jesús sino que ayudarán a hundirlo.

 

“Para que no haya alboroto del pueblo”. Ver 27,24: Pilatos se preocupa por un posible alboroto. Indirectamente admiten que sus designios pueden caer mal entre la multitud: “su temor al pueblo está en contraste con la libertad de Jesús, quien sigue solamente la directiva dada por Dios” (Schlatter).

 

Coletilla histórica: La cuestión histórica de por qué las autoridades judías, o más bien el sumo sacerdote, arrestaron a Jesús no tiene una respuesta certera. Lo más probable que “Caifás pensaba en la posibilidad de que Jesús incitara una revuelta” (P.Sanders).

 

Pero los evangelios, en lugar de aclararnos, presuponen que “ellos me odiaron sin motivo” (Jn 15,25 = Sal 69,4). En otras palabras, no es su interés darnos una explicación plausible del arresto de Jesús. “No hay una explicación racional para un acto irracional” (Allison, 438).

 

En conclusión…

 

Desde el principio Mateo presenta contrastes violentos entre Jesús y sus adversarios. El hijo del Hombre, comprometido con el camino de la justicia, avanza decididamente hacia su acto final de fidelidad al Padre. Por otra parte, sus adversarios, ignorando el momento de gracia y dispuestos a oponerse a Jesús, se convertirán en instrumentos de su muerte.

 

 

[INVITACIÓN PARA LEER EL TEXTO DEL EVANGELIO CON EL MÉTODO DE LA ‘LECTIO DIVINA’]

 

 

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