Compartir Navegación de entradas AnteriorMateo 25, 1-13: Vivir sabiamenteSiguienteLección 5: ‘¡Tengo una espina!’ (2 Cor 12, 7) ¿Puede haber una providencia divina entre las espinas? Deja un comentarioCancelarTu dirección email no será publicada. Los campos requeridos están marcados * Guarda mi nombre, correo electrónico y web en este navegador para la próxima vez que comente.