Mc 6,7-13: De dos en dos

Lectio Palabra vivificante. Fidel Oñoro cjm

Mc 6,7-13: De dos en dos

El evangelio siempre es movimiento, dinamismo abre camino, es encuentro real con la gente, es intercambio vivo de experiencias de vidas que se transforman.

Lo podemos notar claramente en la narrativa que hemos venido leyendo. Observemos lo que ocurre ahora.

Del giro dramático del desprecio a Jesús en Nazaret (Mc 6,1-6) se desprenden tres novedades que se despliegan en una nueva etapa del evangelio de Marcos.

Primero, el rechazo sufrido en Nazaret no influye en lo más mínimo en la misión de Jesús, más bien amplía su radio de acción. Jesús ‘recorría todas las aldeas de los alrededores enseñando’ (Mc 6,6); así terminó el pasaje.

Segundo, ya no es la gente la que corre donde Jesús (como en 3,7-12), sino que es Jesús quien, junto con sus discípulos, toma la iniciativa de buscar expresamente a la gente.

Tercero, los discípulos de Jesús pasan del estar entre bambalinas, al volverse co-protagonistas de la misión.

Tener la valentía de ponerse en camino, de liberarse de espacios estrechos y estancados en los que se transita con pesadez, custodiar horizontes no explorados, todo esto ya es un acontecimiento de salvación, un modo que cambia la vida.

Vamos a detenernos este tercer aspecto, que el relato de hoy expande: Jesús envía a sus Doce a la misión.

1.Del ‘estar con Jesús’ al ser enviados por él

Desde el momento en que fueron llamados al pie de una montaña (Mc 3,13-19), el narrador nos informó que la vocación de los Doce tenía dos finalidades: (1) el estar con él (3,14) y (2) el envío para predicar el evangelio y para expulsar demonios.

Lo primero ya se ha verificado en la sección anterior con el acento de que se han constituido en la nueva familia de Jesús. Sigue ahora lo segundo, el ser enviados.

No hay que olvidar que los dos aspectos están estrechamente relacionados, que la misión no se entiende sin una profunda unión a Jesús y que de esta unión brota el imperativo de salir en misión.

Notémoslo en el texto. El relato del envío a la misión de los Doce nos deja ver de qué manera ellos están estrechamente unidos a Jesús.

Toda la actividad misionera de los discípulos nos es más que una prolongación de las principales acciones que distinguen a Jesús como el enviado del Padre.

La vinculación está tan acentuada que se podría decir que los Doce son transparencia del Maestro.

No hay nada de protagonismo personal, es uno de los sentidos del ‘de dos en dos’, no hay chance para el individualismo ni el estrellato.

2.Enviados con un distintivo particular

¿Cómo quiere Jesús que se presente un enviado suyo ante la gente?

Lo primero que hace notar el texto es que la manera de llevar a cabo la misión muestra la total dependencia que los discípulos tienen de Jesús. Todo… todo, deriva de él.

De hecho, todo parte de una orden de Jesús (‘paréngeilen’, en griego: ‘les ordenó’). El verbo usado tiene un sentido fuerte, deja entender que todo en la misión se hace siempre teniendo en vista lo que quiere y manda Jesús.

Los misioneros no hacen lo que se les antoja ni como se les antoja, sino con la mirada y los oídos puestos en el Maestro.

¿Y qué les manda Jesús?

Les pide que no lleven nada para el viaje: ‘ni pan, ni alforja ni dinero en la bolsa’. Y tampoco ‘llevar dos túnicas’.

Algunos detalles merecen que les pongamos cuidado.

¿Por qué les dice que lleven bastón pero que no lleven comida para el camino ni morral ni plata en la cartera?

No se trata de un invento de Jesús. Para entender mejor estas restricciones es bueno retroceder un poco en las páginas de la Biblia hasta el relato del éxodo, donde se le dijo al pueblo de Israel que lo único que podia llevar consigo la noche de Pascua era una alforja, un bastón y sandalias, nada más (Ex 12,11).

Esto se explica porque la salida fue de apuro y no podían ni convenía que llevaran mucha cosa para un viaje por el desierto. Pero indica, sobre todo, la actitud de confianza con que el pueblo debía hacer su tránsito por el desierto, donde Dios no dejaría -como de hecho ocurrió- de alimentarlos con maná, agua o codornices.

Los discípulos viven también así su salida misionera.

Luego Jesús dice claramente que no lleven dinero en el viaje. El término griego que Marcos usa para referirse al dinero es ‘jalkós’, que indica monedas de cobre de muy poco valor.

La prohibición de Jesús frente a la plata es, entonces, muy radical: sus discípulos no sólo no deben transformar la misión en motivo de ganancia, jamás para el provecho propio. No es para hacer empresa ni para posicionar su nombre. Jesús es tan radical en este despojo que pide no tocar ni siquiera las monedas de escaso valor.

Otro detalle interesante: ¿Por qué no llevar una muda de ropa?

El no tener muda de ropa, o sea, usar siempre la misma, no es aquí una expresión de opción por la pobreza, ni tampoco una forma de distinguirse de otros predicadores itinerantes conocidos en el contexto. Lo que se expresa realmente es un despojo necesario para ser transparencia de quien los envía.

Los misioneros apoyan su seguridad solamente en Jesús que los envía. De modo que anuncian no sólo con palabras, sino con su manera de presentarse, que el Reino de Dios tiene un lugar prioritario y por excelencia en sus vidas.

En el siglo I dC, el vestido expresaba la identidad de la persona. Tener una sola túnica parece evocar la unicidad de la persona y de la identidad. No hay dos identidades. La del misionero es prolongación de la del Maestro Jesús, de su estilo de vida tan distinto y de aquello que da fuerza a su misión.

Es de esta manera como el misionero comparte con su autoridad.

Todos estos detalles ayudan a entender lo propio de la misión. El Reino que se anuncia no es la posesión estática de alguna cosa, es un proceso de relación dinámico que comienza con la manera como uno se presenta.

El Evangelio no es un conjunto de verdades que se imponen desde fuera, es un fermento capaz de actuar desde dentro para transformar la vida. Y esto es lo primero que testimonia el misionero.

3.Con autoridad

Desde la frase inicial en que Jesús les da ‘autoridad sobre los espíritus impuros’ (6,7) hasta los más mínimos detalles para el viaje, todo en este relato subraya que los Doce están en todo en continuidad con su Maestro. Hasta en el detalle final de sacudirse los pies cuando les cierran las puertas se deja ver que actúan con la autoridad del Maestro.

La autoridad apostólica radica en la identificación total con el Maestro. Hay que recordarlo siempre. Se correrá siempre el riesgo de recibir poder por parte del Maestro y de ser capaces de hablar de él, pero con objetivos totalmente distintos de los suyos.

Que esta autoridad es real, lo deja ver la conclusión del pasaje.

Miremos la última línea (v.7). La primera experiencia misionera de los Doce, resulta exitosa.

Marcos hace notar que los demonios expulsados fueron ‘muchos’ y que la gente sanada fue ‘mucha’ (6,13). Es lo que siempre se espera que ocurra cuando los misioneros se esfuerzan, no por exhibirse a sí mismos, sino por ser transparencia del Maestro.

Cuando se obedece al Maestro las cosas salen bien.

En fin…

Esta página sobre la misión pone al lector ante una profecía que no proviene de planes prefabricados ni desciende de los palacios del poder ni se apoya en grandes equipajes, sino que cree en la ligereza e incluso en la fragilidad de los instrumentos que traducen lo esencial del mensaje.

Jesús no quiere discípulos sedentarios ni acomodados, no los quiere acumulando costras de polvo en los pies, sino ligeros de equipaje y siempre en camino, capaces de salir a espacios abiertos, de pasar la voz, de actuar en su nombre y con su estilo.

Vamos adelante, así, con el poder del Señor y de dos en dos, con un bastón para sostener el cuerpo y un hermano para apoyar el corazón.

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1 comentario
  1. Elizabeth Bellido

    Gracias, por alimentar día, nuestro compromiso con misión, convencida cada vez de que SI SE PUEDE.

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