Compartir Navegación de entradas AnteriorMateo 5, 20-26: No mates a tu hermano en tu corazónSiguienteMateo 23, 1-12: Todo comienza con el buen ejemplo Deja un comentarioCancelarTu dirección email no será publicada. Los campos requeridos están marcados * Guarda mi nombre, correo electrónico y web en este navegador para la próxima vez que comente.