Dentro del Nuevo Testamento se encuentran cuatro libros que son atribuidos a ciertos apóstoles: Mateo, Marcos, Lucas y Juan. En ellos se narra la vida de Jesús, parte de su niñez, el ejercicio de su ministerio público, sus milagros, predicaciones, su pasión, muerte y resurrección. También hechos sumamente relevantes tanto para Él como para los que lo rodeaban. Tres de estos Evangelios, es decir, el Mateo, Lucas y Juan son denominados los sinópticos y el de Juan se le atribuye un contenido más elaborado tanto en lo narrativo como en sus posturas teológicas.
Aunque existen Cuatro Evangelios canónicos y otro número más de escritos apócrifos, el contenido de estos se centra en una única predicación de la pasión muerte y resurrección. Encontrando en estos Evangelios cuatro versiones de distintas comunidades que predican el conjunto de experiencias con el Señor recibidas de los primeros testigos oculares.
Los Evangelios Sinópticos:
Se le llaman Evangelios Sinópticos ya que se pueden colocar los tres, en paralelo y todos presentan similitud en las narraciones. Sin embargo, no todos dicen lo mismo y uno agrega características que puede que otro no tenga; pero aun así todos siguen una línea narrativa similar.
El Evangelio de Marcos fue el primero que concluyó su redacción hacia el año 70, este se le atribuye a Juan Marcos que es nombrado en varias epístolas de Pablo.
El Evangelio de Mateo se compuso aproximadamente hacia los años 80 y 90, posiblemente en Antioquia.
El Evangelio de Lucas posiblemente fue escrito por Lucas quien era médico y gran conocedor del griego. Posiblemente no fue testigo ocular de los hechos, pero sí recibió gran parte de su contenido de parte de la primera generación de cristianos.
El Evangelio de Juan:
Es el Evangelio que más tiene desarrollo en su escrito, se le atribuye a Juan quien es considerado por la tradición como el discípulo amado. Ha sido redactado hacia finales del siglo I y en él se da un gran desarrollo teológico de la persona de Jesús.
