La música sana y transforma nuestras vidas

La música tiene la capacidad de llevar al ser humano a experimentar emociones, sensaciones y un sinfín de experiencias que le aportan a su existencia. La combinación de instrumentos, de sonidos y voces permite que el hombre encuentre un espacio en el que puede reír, puede llorar, donde también puede canalizar sus experiencias e inclusive reencontrarse con lo que estaba perdido.

El Papa Francisco en un mensaje a los participantes del congreso de música que se realizó por los 50 años de publicación de la Instrucción Música sacram, refiere:

«Es necesario hacer que la música sacra y el canto litúrgico sean plenamente “inculturados” en los lenguajes artísticos y musicales de la actualidad; sepan encarnar y traducir la Palabra de Dios en cantos, sonidos, armonías que hagan vibrar el corazón de nuestros contemporáneos, creando también un oportuno clima emotivo, que disponga a la fe y suscite la acogida a la plena participación al misterio que se celebra.»

Al estar inmersos en una sociedad que presenta nuevos ritmos, el hombre debe colocar todo de sí para poder alabar a Dios por medio de los cantos más idóneos, entendiendo que las dinámicas culturales inciden directamente en cómo se perciben las melodías; pero que no dejan de ser el camino para que Dios obre en la vida de las personas.

Son innumerables los testimonios de sanación que se han conocido en medio de la alabanza y la adoración. El Padre obra de formas incomprensibles y solo necesita un corazón dispuesto para ser transformados. Estamos próximos a vivir un gran encuentro de sanación en dónde la música también será la protagonista de un efusivo encuentro en el amor del Padre.

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