Un 29 de mayo de 1917 nació el que sería el presidente católico más joven de la historia de Estados Unidos, John F. Kennedy, quien se convirtió en uno de los más reconocidos de la política estadounidense en tiempos modernos, en1960 se oficializó su mandato.
Recordado por su gran carisma, tuvo la capacidad de sobrellevar la carga que representaban sus creencias para la sociedad estadounidense y su corto mandato estuvo marcado por la Guerra Fría y la crisis de los misiles del 62´, también por el desarrollo de los derechos civiles.
Hoy cabe resaltar su gallardía a la hora de asumir la presidencia de un país donde en esa época eran reacios a un líder religioso, aun así, él decidió hacer frente a los 150 ministros protestantes que se reunieron en Washington y declararon que Kennedy no podía permanecer independiente del control de la Iglesia a menos que repudiara específicamente sus enseñanzas, este no se dejó amedrentar y pocos días después de dicho suceso, el entonces senador Kennedy recibió una invitación para dirigirse a la Asociación Ministerial del Gran Houston. Su discurso fue tan sincero y directo que la prensa no tuvo más remedio que elogiarlo, pues acertadamente se dirigió a cada uno de los estadounidenses, sin importar su credo, raza o condición social, dicho discurso sería luego utilizado para su campaña política, que lo catapultó a la presidencia.
El 12 de septiembre de 1960, el candidato presidencial John F. Kennedy pronunció su discurso guiado hacia la religión y el gobierno, negando que usaría su poder político para promover su fe católica; el entonces senador reafirmó la importancia de la separación y la tolerancia entre la iglesia y el Estado para las personas de todas las perspectivas religiosas, “el trato humillante de nuestro presidente y vicepresidente por aquellos que ya no respetan nuestro poder, los niños hambrientos que vi en West Virginia, los ancianos que no pueden pagar las facturas de sus médicos, las familias se ven obligadas a renunciar a sus granjas: un Estados Unidos con demasiados barrios marginales, con muy pocas escuelas y muy tarde a la luna y al espacio exterior.” Éstos fueron los puntos a los que Kennedy apuntó y aseguró hace más de 50 años que eran problemas que sobrepasaban cualquier credo, dejando claro también que no renunciaría a su fe por un cargo público, «no pretendo disculparme por estos puntos de vista a mis críticos de la fe católica, ni pretendo rechazar mis puntos de vista o a mi iglesia para ganar esta elección”.
Finalmente dejó una pregunta abierta a todos los que buscaban derrocarlo por su fe: “¿Vamos a admitir ante el mundo que un judío puede ser elegido alcalde de Dublín, un protestante puede ser elegido ministro de Asuntos Exteriores de Francia, un musulmán puede ser elegido para el parlamento israelí, pero un católico no puede ser presidente de los Estados Unidos? ¿Vamos a admitir al mundo, peor aún, vamos a admitir a nosotros mismos, que un tercio del pueblo estadounidense está excluido para siempre de la Casa Blanca?”.
Hoy, más de medio siglo después de su presidencia, JFK sigue siendo el único católico que ha ocupado el cargo de Presidente de los Estados Unidos, el 22 de noviembre de 1963, mientras recorría las calles de Dallas en un coche descubierto con su esposa, fue abatido por varios disparos. Su asesinato continúa siendo hoy objeto de todo tipo de conjeturas.