Así se vivió la Conmemoración de los 30 Años de la Pascua del Siervo de Dios Padre Rafael García Herreros

El pasado jueves 24 de noviembre, en el teatro Minuto de Dios se ofició una eucaristía en compañía del cardenal Jorge Enrique Jiménez, el presidente de la Organización Minuto de Dios, padre Diego Jaramillo y toda la comunidad eudista (sacerdotal y laica), entre ellos el director de la emisora padre Javier Riveros.

Durante la homilía, el padre Jaramillo comentó un poco acerca de la vida del padre García-Herreros. De los 614 mandamientos dados por los judíos, el padre Rafael cumplió los más importantes durante toda su vida consagrada al Señor. El primero fue amar al Creador sobre todas las cosas. Lo amó desde que se estaba preparando para recibir los sacramentos hasta su último aliento. Era un testigo vivo de la obra que nuestro Padre hizo, en cada cosa que hacía declaraba ese amor que sentía por el Señor por más pequeña que fuese.

Jesús dijo que debemos manifestar el amor hacia Dios ayudando al prójimo. Y el padre Rafael lo hizo en un minuto. Desde hace 68 años, se le dedica un minuto de los 1440 que tiene un día al Todopoderoso. Ese minuto es para honrarlo, alabarlo y  demostrarle cuánto lo amamos. ¿y como se le demuestra? Amando y ayudando al prójimo. El dinero que la obra del Minuto de Dios y el Siervo de Dios recogieron fue destinado a ayudar a lo más necesitados.

Su idea era (y seguirá siendo) comprender las palabras de San Mateo en el capítulo 25: “Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recibisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí». Entonces los justos le responderán, diciendo: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos como forastero, y te recibimos, o desnudo, y te vestimos? ¿Y cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti?». Respondiendo el Rey, les dirá: «En verdad os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos hermanos míos, aún a los más pequeños, a mí lo hicisteis” (35 – 40), que cada integrante de la comunidad viera al Señor en cada hermano necesitado.

Él fue un ejemplo de amor, se veía en sus textos también, que tenían una sensibilidad para con todos, sobre todo con quien necesitaba ayuda. Es por esto que aquel 24 de noviembre de 1992, acostado en una cama sin fuerzas físicas pero con gran fuerza en su alma y corazón y bendiciendo a todos mientras veía su obra,  nos dejó su frase más célebre que resume su trabajo: Que nadie se quede sin servir.

Para revivir este encuentro, puedes hacerlo ingresando a este enlace

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