En una entrevista realizada por la Emisora Minuto de Dios, Fray Rafael Guzmán (invitado a Pentecostés 2023) contó su testimonio de vida y como el Señor cambió su vida para ser ejemplo de fortaleza, superación y amor.
Los pecados del hijo
Rafael Guzmán es un hombre que creció lejos de los preceptos de Dios. Conoció el alcohol a los 8 años por la curiosidad de experimentar algo nuevo: mezcló alcohol antiséptico con refresco en polvo.
Esto lo sumergió de lleno en el mundo de la bebida, lo hizo de manera frecuente durante varios años inclusive en los momentos de estudio.
A sus 19 años (completamente llevado de este vicio, su familia destruida y con su madre postrada en cama) buscaba culpables para sus actos. Creía que la enfermedad de su mamá no era real y que simplemente era espectáculo de ella.
Hubo días en donde deseaba que muriera sin tener en cuenta que parte de la enfermedad era por la preocupación y sufrimiento de sus malos hábitos.
El camino hacia la Luz de Jesús
En su tierra, es normal que para semana santa los jóvenes se fueran hacia las provincias a beber y a pasar esos días de fiesta. Sin embargo, un conocido lo invitó a un retiro diciéndole que habrían 300 mujeres y solo 100 hombres. Le resultó atractivo porque pensó que a cada hombre le corresponden de a 3 mujeres para conquistar.
El Señor comenzó a actuar y en medio de una predicación (ya casi finalizando el retiro) pudo quitarse la venda de los ojos y comprendió que muchas de las cosas que le habían sucedido eran gracias a sus actos y de sus malas decisiones.
Sin embargo, Dios le mostró que su misericordia es infinita, que no se limita por los pecados del hombre, sino que tiene un alcance sin medida. Decidió seguir en los grupos de oración carismáticos dónde empezó a experimentar el ejercicio de los carismas. Logró titularse como Ingeniero y emprendió con una empresa donde le iba muy bien. Pasaban los días y aunque su vida iba bien, sentía que le faltaba algo.
Fray Rafael Guzmán: testimonio de vida de como el Señor cambió su vida
Un día teniendo consejería con Tía Amalita (fundadora de la comunidad Betania que se encuentra en Santa Cruz de la Sierra) le contó que deseaba servir más y fue en este momento dónde el Señor a través de ella le confirma que su llamado es a ser sacerdote. Se incorporó a la orden de predicadores y siendo fraile se preparó para ser predicador de las buenas nuevas de Jesús.
Con el ejercicio de los carismas que el Señor le ha regalado, ha visto grandes pródigos. Aclara que muchos de los problemas del hombre parten de no reconocer la responsabilidad de ciertos actos. Para iniciar un proceso de conversión, es necesario el perdón.
Dijo que los signos de Dios van acompañados de cambios en la vida de la persona que lo hacen partícipe de la salvación que Dios tiene para cada persona.
