Francisco nos hace un llamado a “buscar a Dios y seguir su misión”

Desde la capilla de la casa Santa Marta, este 08 de julio el sumo pontífice ha dejado un mensaje a través de la misa que presidió; esto fue un “encuentro personal con el Señor” en el cual estuvo presente el “tiempo de gracia y de salvación” que nos lleva a la misión de Cristo, el Santo Padre dejó claro que el “encuentro con Jesús y su misión son inseparables”.

Durante su reflexión, el Papa se enfocó en diferentes lecturas que unidas dejaron un solo mensaje: “buscar el rostro de Dios en el prójimo”, para ello tomó la Palabra del Señor, por medio del Salmo 104, Oseas 10 y San Mateo 10.

Francisco ha hecho un llamado a todo el pueblo de Dios, para que estemos en constante persecución del camino del Señor, porque “esta búsqueda constituye una actitud fundamental en la vida del creyente, que ha entendido que el objetivo final de la existencia es el encuentro con Dios”, según él mismo lo afirmó en su homilía; también dejó claro que buscar al Señor es también buscar a Cristo en cada una de las personas que encontramos en nuestro día a día.

También aprovechó para recalcar que “la búsqueda del rostro de Dios es una garantía del éxito de nuestro viaje en este mundo”, pues dicha pesquisa es nuestra peregrinación fija hacia la “verdadera Tierra prometida”, la bendita Patria celestial en la cual podremos gozar del júbilo eterno y del júbilo del amor eterno del Padre Celestial.

El Papa insistió en que “el rostro de Dios es nuestra meta y también es nuestra estrella polar», pues ella nos permite no perder el camino que nos llevará a la bienaventuranza de la vida eterna en el Señor, y recordó también a Israel que “era un pueblo extraviado” el cual perdió de vista la Tierra prometida y deambulaba por el desierto de la iniquidad, «la prosperidad y la riqueza abundante habían alejado del Señor el corazón de los israelitas y lo habían llenado de falsedad e injusticia”, señaló el sumo pontífice, quien también recalcó que «se trata de un pecado del cual nosotros, cristianos de hoy, tampoco estamos exentos”, por lo cual debemos tener siempre presente a Dios en cada instante de nuestra cotidianidad, para no olvidarnos que Él es el único dueño y Señor de todo lo que existe.

El Santo Padre continuó su reflexión asegurando que “la cultura del bienestar” que vivimos actualmente, es la que nos lleva a pensar en nosotros mismos y nos hace insensibles al grito de los otros, “nos hace vivir en pompas de jabón, que son bonitas” pero no son nada, pues son la ilusión de lo fútil, de lo provisional “que lleva a la indiferencia hacia los otros, a la globalización de la indiferencia» continuó Francisco, mientras hacia una invitación renovada a la conversión, a “volver nuestros ojos al Señor para ver su rostro” ya que el profeta anima a sembrar con justicia y recoger con amor porque “es tiempo de buscar al Señor, hasta que venga y haga llover sobre nosotros la justicia”.

“La búsqueda del rostro de Dios está motivada por el anhelo de un encuentro personal con el Señor, un encuentro personal, un encuentro con su inmenso amor, con su poder que salva” continuó el sumo pontífice, quien también nos hizo recordar a los apóstoles, de quien hablaba el Evangelio, pues los 12 tuvieron «la gracia de encontrarse físicamente con Jesucristo, Hijo de Dios encarnado” pues Él los llamó por su nombre, uno a uno, mirándolos a los ojos, y ellos contemplaron su rostro, escucharon su voz y vieron sus prodigios. “El encuentro personal con el Señor, tiempo de gracia y de salvación, lleva a la misión” continuó el Papa quien recordó la Palabra de Cristo: «Vayan y proclamen que ha llegado el reino de los cielos», allí recordó que el encuentro con el Señor y su misión van de la mano, pues para encontrarnos con Él debemos seguir sus mandatos. “Somos los discípulos del tercer milenio, quienes buscamos el rostro del Señor y podemos reconocerlo en el rostro de los pobres, de los enfermos, de los abandonados y de los extranjeros que Dios pone en nuestro camino” continuó Francisco haciendo un llamado a nosotros, el pueblo de Dios, para que sigamos el ejemplo de los apóstoles, quienes llevaron consigo la misión de Dios.

El sumo pontífice también nos recordó que “el encuentro con el otro es un encuentro con Cristo”, pues como Él lo dejó dicho, se presenta ante nosotros como el hambriento, como el sediento, el forastero, el enfermo y el encarcelado, pidiendo que lo encontremos y ayudemos, «pidiendo poder desembarcar” y antes de terminar su reflexión, habló sobre los campos de detención en Libia. En concreto, se detuvo “en los abusos y en la violencia que sufren los migrantes, en los viajes de esperanza, en los rescates y en los rechazos” y citó las palabras de Jesús en el Evangelio de San Mateo (25,50). ‘En verdad, en verdad les digo, que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo’”.

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