Estar en Cristo, es ser renovado por completo

Ya no soy yo, si no es Cristo el que vive en mí. Estas se han convertido en las Palabras que el apóstol ha consignado en la Sagrada Escritura y que al sol de hoy se han convertido en la cumbre dentro de los procesos de conversión. Hay que reconocer que mi vida ha cambiado de tal manera que me puedo sentir pleno y feliz de poder encontrarme con el Señor, de saber que ya no vive el pecado, la desolación la falta de alegría ni la tristeza, sino por el contrario es una nueva forma de ver y vivir el mundo de la mano de Jesús la que me acompaña día a día.

La importancia del amor:

Al cambiar la manera en la cual me relaciono con los demás, mi perspectiva del amor está purificada y se acerca a lo que Cristo quiere para mí, es decir, me configuro con la manera en la cual la ve el mundo, logro captar en los demás su valor y soy responsivo con la invitación a amar hasta el extremo y dar mi vida por los demás.

Mi vida y mi historia un modelo para los demás:

Al ser consciente de que mi vida ha cambiado, al comprender que soy capaz de dar testimonio del amor con el auxilio del Espíritu Santo trazar nuevos rumbos que me permitan tener mayor cercanía con el Señor.  También, se hace visible en mí la expresión “soy templo del Espíritu Santo” porque mi vida, mi corazón, mi ser y todo lo que tengo dentro de mí, toma un nuevo significado por las abundantes gracias que el Señor ha dado.

Así como le sucedió a Zaqueo, así mismo mi vida cambia:

En el Evangelio de San Lucas se nos cuenta que Jesús se encontró con Zaqueo, ya que este, aunque tenía todo, le faltaba lo más importante y fundamental. El encuentro con el Señor lo hizo querer resarcir en sus daños, así mismo estoy llamado a poder dar a los demás una mejor versión de mí mismo y poder imitar las acciones de Cristo.

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