El Espíritu que trae libertad

El ser humano fue creado para vivir en libertad, pero su concepto de libertad difiere ampliamente de la libertad que da el Señor por Cristo. En Hoy es tu día, en su emisión para el día de hoy, el padre Javier Riveros, director de la Emisora Minuto de Dios Bogotá y Medellín, nos enseña a la luz de las Escrituras cuándo somos verdaderamente libres.

En la segunda carta a los Corintios capítulo 3; versos 17 y 18, Pablo le habla a la iglesia en Corinto sobre la libertad con la que contamos ahora que hemos sido constituidos hijos de Dios, y el @padreriveros la vuelve a nombrar pues la Palabra es para la Iglesia de todo tiempo y lugar. Pero ¿dónde está esa verdadera libertad? La libertad genuina nos es dada cuando el Espíritu de Dios viene a morar en nosotros, porque …” donde está el Espíritu de Dios, allí hay libertad”.

“La experiencia de Dios no es de esclavitud. Su Espíritu no viene para oprimirnos sino para hacernos libres de toda opresión”, nos dice el sacerdote eudista. Somos verdaderamente libres en el Señor cuando tenemos su Espíritu en nosotros, no importa si estamos físicamente retenidos o cautivos, la libertad así como la paz, vienen del interior de una persona, de un corazón que ha sido transformado por el poder de Dios. El Señor nos quiere liberar de la condenación por causa del pecado, de la tristeza y de todo aquello que busca la destrucción de nuestra alma. Por eso, es importante que dejemos que el Espíritu Santo llene todas las áreas de nuestra vida, que sea Él quien tome el control de nuestras emociones y sentimientos, que sea Él quien domine nuestra voluntad y que sea Él quien dirija nuestros proyectos.

Necesitamos el Espíritu de Dios para salir de nuestras prisiones mentales, para ser libres de esos aspectos que nos mantienen cautivos e impiden que nuestra vida cumpla plenamente con el propósito para el cual fue creada. Por otra parte, cuando el Espíritu Santo nos hace libres, nos transfigura, “nos cambia de figura imperfecta a la figura de Cristo” nos enseña el padre Riveros. Esta transfiguración que comenzamos a experimentar en nuestro espíritu va en aumento en la medida en que nosotros le permitimos al Espíritu de Dios hacer su Perfecta Obra en nosotros.

Te invitamos a que te sumerjas en el mover del Espíritu Santo, a que le permitas actuar en ti para que, como Moisés, tu vida y todo tu ser resplandezcan con la Luz Magnifica de su Gloria. El día de tu transfiguración ha llegado.

“Santo Espíritu de Dios, levanto mis manos a Ti deseoso de ser lleno de tu Presencia. Transfigúrame, pon en mi de tu Resplandeciente Luz para que con mi vida este mundo oscuro pueda ver tu Gloria y vivir la experiencia que transfigura y trae libertad. Amén”

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