Este documento ha sido fruto de la reflexión de la Congregación para la doctrina de la fe y de las palabras del Santo Padre en torno a la dignidad de la persona, resalta que la Iglesia está convencida de que no se puede separar la defensa de la fe de la defensa de la dignidad humana. Es una declaración la cual busca aportar elementos reflexivos que ayudarán a no perder el rumbo de cara a la realidad social que cada uno enfrenta.
La dignidad de la persona ha sido un tema que ha existido a lo largo y ancho de la historia de la Iglesia, los pontífices más cercanos a este siglo habían ya denunciado las injusticias que se cometen en contra de los que eran dejados de lado. El documento plantea que cada ser humano ha sido revestido de una dignidad particular que es inherente a su existencia. Recuerda también que en el Génesis se narra que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza. Estas palabras resaltan con mayor medida que todo ser humano posee un valor sagrado sin ningún tipo de distinción.
La Iglesia comprende que es en Cristo donde se eleva la dignidad del hombre, enfatizando que está no está no sólo está ligada a sus orígenes, sino también a su fin que es la comunión con Dios en su conocimiento y amor. Siento el Hijo crucificado y resucitado que recrea la dignidad del hombre bajo la acción del Espíritu Santo y fortalecido con la gracia de su amor.
Con las claridades ya dadas se comprende que la dignidad de la persona es el fundamento de los derechos y de los deberes humanos, todo esto debe estar enmarcado dentro de una postura objetiva que diste de los subjetivismos extremos ya que se ha visto como un fenómeno normal garantizar a toda la capacidad de expresar y de realizar cualquier acción en beneficio propio.
Finalmente, el documento enuncia ciertas prácticas que son contrarias a la dignidad humana, que son actuales y que profundizan día a día mientras muchos buscan ser escuchados en un mundo que trata de callar a los menos favorecidos.
