Cada persona, desde su experiencia personal con Dios, tiene su propia manera de invocar la presencia del Espíritu Santo. De ahí que no existe una fórmula establecida para hacerlo; al contrario, hay diversas maneras para hacerlo, de acuerdo con la necesidad por la que se esté pasando o de acuerdo con la finalidad por la cual se desea pedir la presencia del Paráclito.
Una de las maneras para pedir Espíritu Santo, es hacer silencio interior y ser consciente de su Presencia, ya que somos templo del Espíritu Santo (1 Corintios 3,1 6–17). Estamos en la libertad de pedirle que llene nuestros vacíos, que ilumine nuestro caminar, y no nos deje inclinarnos por el mal, ya que el Espíritu Santo es en sí mismo, el Espíritu de Dios.
El padre Diego Jaramillo, en una de sus prédicas, hizo referencia de cómo se puede llamar al Santo Espíritu, mencionó que sólo se necesitan tres palabras “Ven Espíritu Santo” para decir que no se necesitan muchas palabras.
ORACON AL ESPÍRITU SANTO:
Ven, Gran Espíritu Divino, manda tu hermosa luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndidos;
luz maravillosa que penetras las almas; fuente del mayor de los consuelos.
Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro gran esfuerzo,
tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas reconforta en los tristes duelos.
Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre, si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado, cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones, según la fe de tus siervos;
por tu bondad y gracia dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.
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