En el corazón de Colombia brilla una luz de esperanza, fe y milagros: la Virgen de Chiquinquirá, Reina y Patrona de nuestra nación. Cada año, miles de corazones se unen para recordar el milagro que transformó un viejo lienzo en un símbolo de amor y consuelo maternal.
Esta fecha no es solo una conmemoración, es una invitación a renovar nuestra fe. Fue un 9 de julio de 1586 cuando la imagen de la Virgen del Rosario, junto con San Andrés y San Antonio de Padua, volvió a resplandecer en un lienzo que parecía perdido. Desde entonces, su presencia ha acompañado al pueblo colombiano como signo de protección y ternura.
Hoy, siglos después, seguimos caminando bajo su mirada amorosa, peregrinando hacia su santuario en Chiquinquirá y elevando nuestras súplicas a quien nunca deja de interceder por sus hijos.
Esta celebración es importante en nuestro país, porque en medio de las pruebas y las heridas de este territorio, la Virgen de Chiquinquirá es consuelo, unidad y esperanza viva. Su imagen renovada no solo fue un milagro artístico, sino espiritual: nos recordó que Dios puede restaurarlo todo, incluso lo que creemos perdido.
En 1919, fue proclamada Patrona de Colombia y su devoción ha cruzado generaciones, territorios y culturas. Cada año nos unimos como nación para agradecer, confiar y renovar nuestro amor a la Madre del Cielo.
¡Hoy es un día para volver el corazón a María!
Visita su santuario, participa en la Eucaristía, reza el Rosario o simplemente detén tu día para decirle:
¡Gracias, Madre de Chiquinquirá, por caminar con nosotros!