Es innegable que estamos viviendo tiempos de intensa oscuridad. La violencia, la falta de misericordia, una actitud de doble moral frente a circunstancias que son inaceptables, pueden causar en nosotros temor e incertidumbre, pero estas no son más que la prueba de que nuestro Señor está a las puertas, que nuestra salvación se acerca.
En la motivación de hoy y con la que se da inicio a la segunda fase del Plan Espiritual Salvemos a Colombia, el padre Javier Riveros, director de la Emisora Minuto de Dios Bogotá y Medellín, nos hace un llamado a perseverar firmes en la fe, conscientes de que nuestras obras deben ser la luz que muestre a Cristo. En la carta a los Romanos, capítulo 13, versículos 11 al 14, Pablo les habla a los cristianos en Roma sobre la importancia de llevar una vida limpia, que refleje la luz de Jesús.
La iglesia en Roma se encontraba en un ambiente espiritualmente hostil. La idolatría, el paganismo y las obras de maldad estaban a la orden del día, situación que se repite hoy en día, en nuestro tiempo. “Nosotros hemos recibido el anuncio de la salvación, pero para que esta salvación se haga realidad debemos perseverar hasta el final en Cristo” nos dice el @PadreRiveros. Somos salvos por Gracia, pero debemos cuidar tan maravilloso regalo, y ¿cómo lo cuidamos? Cultivando la lectura de la Palabra de Dios, poniendo en práctica cada una de las enseñanzas que hemos oído y lo más importante, revistiéndonos de Cristo porque los tiempos son cada vez más oscuros.
“No podemos ser inconscientes de lo que pasa a nuestro alrededor, la iglesia debe despertar porque la noche está muy avanzada y el día se acerca” dice el sacerdote eudista. Nuestro tiempo es oscuro. Las obras de las tinieblas se han levantado y se manifiestan con fuerza, pero esto es signo de que el amanecer glorioso se acerca y con él la esperanza que trae la luz que disipa toda tiniebla.
Para que la Luz de Cristo se manifieste a través de nosotros es importante que dejemos de practicar las obras de la carne. Alejemos de nuestras vidas toda ira, toda borrachera, avaricia, malos deseos y pensamientos, toda raíz de amargura y violencia y todo aquello que oscurece nuestros corazones e impide el mover del Espíritu Santo en nosotros. Somos hijos de Dios, redimidos por la Sangre de Cristo, por lo tanto, en nosotros se debe manifestar la misericordia, la bondad, el amor a los demás y toda acción que denote obediencia a Dios. Toda buena acción, realizada bajo la Voluntad de Dios es luz al mundo.
“Este es el tiempo para que los cristianos de a pie brillen a través de una vida de testimonio”, es decir, una vida que ilumine como una antorcha encendida en medio de la oscuridad más espesa con la certeza de que el amanecer refulgente está a las puertas.
“Padre Santo, nos has dado tu Espíritu y tu Armadura para reprender toda acción que se levanta contra tu Nombre. Limpia nuestras vidas para ser lámparas dignas del aceite inagotable de tu Santo Espíritu, lámparas que brillen con la intensidad de cortar toda oscuridad. Quita todo lo que no corresponda a un hijo Tuyo. Gracias porque nuestra salvación está más cerca ahora que al principio. Amén”