Abramos nuestros ojos y oídos al Reino de Dios


Los discípulos de Jesús en el Evangelio de Mateo (13, 10-17) se acercan a preguntarle a Jesús: ¿por qué hablas en parábolas? Y sabemos que Jesús le gusta hablar en parábolas para referirse al Reino de los Cielos, lo hace tomando elementos de la vida cotidiana, y de la naturaleza para hacerse entender y que todos los hombres comprendan.


Ante el cuestionamiento, Jesús responde: “a ustedes se les ha dado a conocer los secretos del Reino de Dios, a ellos no”. ¿Quiénes son ustedes? Son los Seguidores de Jesús, los que le han dicho que sí al Señor y van caminando con Él. ¿A quienes no se les han dado esos secretos del Reino de Dios? A los que todavía no siguen al Señor, se les habla en parábolas para que escuchen, Para que tomen la decisión de seguir a Jesús y de optar por el Reino de Dios.


Hoy debemos nosotros también preguntarnos si estamos siguiendo a Jesús, si ya hemos optado por el Reino de Dios que Él nos está anunciando y ofreciendo como un don y un regalo para salvar nuestra vida, familia, país, sociedad. ¿Qué respuesta le estamos dando a Jesús?


El Señor también dice que hay personas que miran sin ver y escuchan sin entender, son entonces como sordos y ciegos, y ese puede ser el problema de nosotros y de esta humanidad, que esta ciega y sorda, que no ve ni escucha al Señor, estamos a veces tan confundidos, tan distraídos que ni vemos, ni escuchamos lo más importante que es la voz de Dios.


Dios se está dejando ver y nos está hablando, pero nosotros nos tapamos los ojos para no ver y los oídos para no escuchar, hemos endurecido el corazón y no permitimos que Dios nos cure, nos sane de nuestros males, del pecado, de las enfermedades, también nos puede curar de la pandemia, del covid-19, de eso y de cualquier otra enfermedad y dolencia; pero sobre todo nos puede curar del pecado, del egoísmo y de la sordera y la ceguera en la que a veces estamos.


Lo que Dios quiere es que entremos en el Reino de Dios, que lo recibamos en el corazón y nos dejemos sanar, así seremos dichosos. En un corazón que cree ahí está la bienaventuranza. Jesús nos ofrece el don de su Reino de manera clara y sencilla y también a veces en forma de parábolas, de una o de otra manera lo que Él quiere es que escuchemos, veamos y seamos sanados y Salvados.

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