Dios obra en lo grande y en lo pequeño, muchas veces creemos que nuestras vidas no tienen gran relevancia, que se necesitan grandes escenarios para impactar la vida de los demás. Sin embargo, esto no resulta del todo así. Al encontrarme con Jesús mi vida toma un nuevo sentido, soy llamado a ser distinto y a hacer las cosas con gran convicción y entrega por los demás. Esto hace parte del proceso de convertirse, de ser nuevo en Cristo y de día a día ir esmerándose por dar lo mejor a los demás, siendo luz en medio de las tinieblas.
Dios siempre está llamando:
El ser humano muchas veces comete errores, no hace el bien que debería e inclusive puede que no mida el alcance de sus actos. Dios, que es todopoderoso, siempre está llamando a sus hijos a que se vuelvan hacia él. Un paso importante al querer darle un nuevo sentido a la vida (conversión) consiste en reconocer el mal que se ha hecho, arrepentirse y buscar la manera para que la vida tenga un nuevo rumbo. Nuestro Padre, siempre está con los brazos abiertos llenos de amor, espera con alegría que nosotros regresemos y en ningún momento nos juzga sin importar lo que hayamos hecho.
La Iglesia nos motiva y nos da herramientas:
La Iglesia, como administradora de la gracia invita a todos los fieles a que presenten el espíritu de humildad, para que estén comprometidos con un constante cambio y que se acerquen de manera constante a la misericordia del Señor. Es por esto que, por medio de las obras de misericordia, de la cercanía al sacramento de la reconciliación tenemos infinitas oportunidades de experimentar el amor de Dios y así mantenernos firmes en el propósito de la vida nueva.