El Catecismo de la Iglesia Católica, en el numeral 166, nos enseña que la fe es un acto personal en el cual el hombre responde libremente a la iniciativa de Dios, quien se revela para su vida. Esta respuesta surge de un encuentro específico con Jesucristo; marca un antes y un después, motivándonos a seguir y permanecer unidos a su persona.
La fe es un gran regalo de Dios:
El Espíritu Santo ayuda al hombre a creer, convirtiéndose la fe en la respuesta decisiva del ser humano, nacida del encuentro con Jesús y de la escucha de la Palabra de Dios. En la Palabra se revela el amor del Dios vivo al ser humano, permitiendo también que el hombre vea con mayor claridad el camino a seguir y, finalmente, sea transformado en una nueva criatura en Jesucristo.
Volver a Cristo:
En el libro de los Hechos de los Apóstoles, se relata cómo San Pablo exhorta a los fieles a «convertirse», es decir, a volver a Cristo y fijar su mirada en Él. Esto se complementa con lo que se denomina en la Biblia como Metanoia, que indica un cambio radical de mentalidad y decisiones para las personas.
Por todo lo anterior, es importante tener en cuenta los pasos para una verdadera conversión en Cristo:
1. Encuentro personal con Jesús.
2. Arrepentimiento.
3. Cambio de rumbo.
4. Profundización en la vida sacramental.
5. Salir de uno mismo y entregarse a los demás.
Con gran humildad de corazón y comprendiendo que Dios quiere lo mejor para cada uno de nosotros, es importante destacar que todos estamos llamados a entregar nuestra alma, vida y corazón al Señor, confiando en Él para avanzar y darle un nuevo rumbo a nuestra vida.