El cristianismo presenta una particularidad notable en comparación con otras religiones: las actitudes de Jesús, su nacimiento, sus milagros y su entrega desmedida por los más necesitados marcaron un antes y un después en la existencia humana. Estas actitudes revelan a un Dios misericordioso que lleva amor a quienes lo necesitan y cumple su palabra con quienes buscan un encuentro transformador. Jesús es la novedad en la forma en que la humanidad se relaciona con Dios.
La obra del amor:
La Sagrada Escritura nos enseña que nadie tiene poder absoluto en la tierra sino el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Sin embargo, a pesar de que Cristo podría haber adoptado una actitud de justicia, actuó desde el amor hacia quienes buscaban un milagro en sus vidas. Sanó a los enfermos, acogió a los rechazados, restaurando su dignidad como hijos de Dios y haciéndolos partícipes del Reino de los Cielos.
Realidad actual:
Con los cambios sociales y el avance del pensamiento, junto con la pérdida de valores en la sociedad y la prevalencia del dinero sobre la persona, han surgido diversas creencias que niegan la existencia de Dios, minimizan su importancia o lo consideran una proyección de la mentalidad humana. Estas ideas buscan convencer de la inexistencia de Dios.
Las promesas hechas en el amor:
En la Palabra de Dios encontramos grandes promesas que el Señor ha hecho para cada uno de nosotros: promete que siempre estará con nosotros, que nunca nos abandonará, que conoce nuestras necesidades y nos provee todo lo necesario para participar de su gracia y su amor. Todas estas promesas van de la mano con la promesa de enviar el Paráclito al mundo entero.
¿Conoces al Paráclito?
Si deseas experimentar una gran experiencia del Espíritu Santo, de la promesa del Padre y del Hijo, no te puedes perder nuestro Gran Pentecostés el próximo lunes 13 de mayo en el Coliseo Hernán Jaramillo Botero. Ven y experimenta su amor y renovación.