Levántate y anda

El Catecismo de la Iglesia Católica en el #1500 habla sobre la enfermedad y el sufrimiento que aquejan la vida humana, esta experiencia lleva al hombre a reconocer sus límites y su finitud. Esta se da en algún momento de la vida, se convierte en algo inherente a la existencia, no se puede evitar, no se puede saltar sino por el contrario se debe asumir. En el Salmo 41 Dios le recuerda al hombre que él le guarda la vida, no lo abandona, sino que lo acompaña en los momentos buenos y también en los malos.

La enfermedad puede llevar al hombre a que caiga en la desesperación ya la rebelión en contra de Dios o por el contrario ayuda a madurar, encontrarse consigo y con el Señor y poder volverse a lo que es la esencia de la vida; estar con el Padre. Dios le dio la libertad plena al hombre para que decida por cual camino debe optar, la invitación, en este caso, es clara. Siempre tratar de estar lo más cerca que se pueda de Él. Aunque muchas veces la situación no proyecta los mejores resultados, cuando se coloca la confianza plena en el Creador se pueden obtener mejores resultados de lo estimado.

Cristo es el médico de los enfermos, por donde iba curaba y sanaba a todo aquel que lo necesitaba, inclusive efecto de estas curaciones también les deba la Gracia de una nueva vida. Estos milagros no son únicamente para el momento, deben ser el nuevo motor para construir una mejor relación con el Señor. Dios quiere que sus hijos lo busquen y se vale de todos los momentos para que esto sea así. No es sencillo afrontar con facilidad los momentos de tempestad, pero colocando la fe en el Padre y entendiendo que todo lo que llega a la vida tiene un propósito se logra madurar y dar pasos en fe que traerán bendiciones de cara a lo que Dios quiere para la vida de cada uno.

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