A Dios lo encontramos en lo sencillo y en lo cotidiano, Él se está haciendo presente día a día y lo muestra en su Palabra. Se hace partícipe de las actividades del que está en el campo y también de la mujer que está de su hogar. Dios nunca nos deja solos, está más presente de lo que nosotros creemos, es tan cercano, que inclusive no lo vemos porque su amor nos cobija de una manera descomunal.
El grano de mostaza nos refiere al don de Dios, este don que es pequeño pero que al crecer se convierte en un gran árbol; es un pequeño comienzo con una gran finalidad. Se convierte en un árbol de vida el cual está bien sembrado, que sienta sus raíces en la Palabra y que motiva a la persona a hacer buenas obras en sí mismo y en el otro.
También, la levadura tiene un carácter anímico y más cuando lo vemos desde la vida del ser humano, Dios actúa desde adentro de nosotros, Él hace crecer nuestra vida y consecuentemente somos renovados en su amor. Es claro que esto es un proceso que se da día a día, algo dentro de nosotros va creciendo desde el interior para que luego, podamos comunicar el Reino de Dios a los demás. Así como el árbol da fruto y está lleno de aves, así mismo es el Reino de Dios, dónde está abunda la vida, donde Dios no está se sobrepone la muerte.
No podemos quedarnos estancados siendo seguidores de Cristo, el Señor nos motiva de manera constante para que crezcamos, nos da todas las herramientas para que seamos fecundos y así poder ver que es la Gracia del Reino de Dios manifiesta en nuestras vidas.