En su motivación para el día de hoy, el padre Javier Riveros, director de la Emisora Minuto de Dios Bogotá y Medellín, nos comparte una enseñanza a partir del mensaje que el ingeniero libanés Raymond Nader recibió de San Chárbel, el eremita maronita más famoso del mundo también de origen libanés.
En el mensaje del santo al ingeniero ocurrido hace 20 años, se nos pide a todos los creyentes tomar la cruz, llevarla con gozo, honor y valor, pues es la cruz el signo de nuestra fe. Estamos llamados a caminar con Cristo y con María, a dejarnos guiar por su Voz y a entregar toda herida y toda afrenta que suframos por causa de Su Nombre. En este mensaje, “se nos invita a encontrar en Dios nuestra fuerza y nuestra victoria” dice el @padreriveros.
De igual manera, podemos entregarle al Señor nuestras debilidades, todas nuestras debilidades son vencidas por la cruz de Cristo. Transitemos el camino de la vida con paciencia pero con paso firme, creyendo que Mayor es el que está en nosotros que el que está en el mundo. (1ra Juan 4;4). El mundo es cambiante y su marcha no mengua, pero “nosotros mantengámonos firmes en la fe, conservando en nuestros corazones al Cristo Vencedor, al Cristo que nos pide que confiemos, pues Él ya has vencido al mundo (Juan 16;33)” nos enseña el sacerdote eudista.
Nuestra luz no viene del mundo, no resplandecemos según nuestras circunstancias; nuestra luz viene de la Presencia del Espíritu Santo. Es su Poder y Unción lo que nos hace permanecer firmes, brillando como faros en la tormenta, lo que nos hace ser oasis en el desierto para tanto corazón agobiado por las dificultades de habitar en un mundo que se empeña en vivir alejado del Amor del Padre.
Pero es justamente esa unción del Espíritu en nosotros lo que nos hace idóneos para dirigir la barca que irá en rescate de muchos. El Señor nos ha puesto en medio de la oscuridad a fin de ser esa luz que traiga respuesta, ser ese instrumento por el cual el mundo pueda ver a Jesús y experimenten el verdadero amor, el Amor que cambia vidas.
“Mi Cristo, mi Rey; gracias por fortalecer mi vida, por amarme, porque es tu Amor el que me da la fuerza y la confianza para vencer las dificultades que vivo día a día. Te entrego mis heridas; sáname para sanar, líbrame para librar y úsame para que otros que estén pasando por desiertos puedan llegar a tu Corazón y ser salvos como yo. Te alabo Cristo. Amén”