‘¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él; el ser humano, para que de él te ocupes?’ (Salmo 8, 5)
El orante es como una persona que vive en medio del campo, que a media noche sale al descampado y se encuentra con un espectáculo formidable: la cúpula celeste cargada de racimos de estrellas luminosas.
Ante esa inmensidad se encoge, siente una criatura microscópica. Se le corta la respiración, se emociona y lanza al cielo el grito de admiración: ‘¿Qué es el hombre?’ (v.5). ¿Quién soy yo en medio de este universo maravilloso?
Los días que estamos viviendo nos han puesto de cara con nuestra fragilidad. Nos están recordando quienes somos. Pero también dónde está nuestra verdadera grandeza y vocación.
¿Hemos sido responsables con la naturaleza, con la cual formamos una unidad, donde somos habitantes de la misma casa? ¿Cuál es nuestra tarea?
Terminaremos con la doble tarea que propone el Salmo: la mirada a lo creado, cuyo lenguaje canta el
Amor de Dios y que invita a la alabanza; y la mirada introspectiva para responder la pregunta: ¿Quien soy yo? ¿Cuál es mi tarea?
Bienvenidos a la Lectio del Salmo 8.
Gracias padre Fidel por su testimonio de Dios en su vida