¿Ves la Eucaristía por Internet? Esta oración te ayudará en la comunión espiritual

En estos tiempos hemos podido constatar la centralidad de Jesús Sacramentado en la vida de cada cristiano. Comulgar se constituye para cada creyente en un acto de adoración privilegiado a Jesús y un alimento espiritual que le permite continuar y completar su vida en la tierra; y no hacerlo, les ha permitido reflexionar sobre la importancia de este momento sublime y que en ocasiones ha caído en una costumbre más. San Juan Eudes (1601-1680) propuso una oración muy especial que usted puede hacer durante este tiempo. A continuación, le propongo que pueda hacer esta comunión espiritual tomada de las obras completas del sacerdote francés (O.C. I, 471-472) cada vez que participe de la Eucaristía:

Jesús, no soy digno de pensar en ti ni de que pienses en mí y mucho menos de comparecer ante ti y de que te hagas presente ante mí.

Sin embargo, no solamente piensas en mí y te presentas a mí sino quieres darte a mí con el deseo infinito de hacer tu morada en mi corazón.

¡Qué admirables son tus misericordias, Señor! ¡Qué excesivas tus bondades! ¿Qué hay en mí que pueda atraerte? Ciertamente a ello sólo te lleva el exceso de tu caridad.

¡Ven, ven, pues, amadísimo Jesús mío, porque te amo y te deseo infinitas veces!

¡Ojalá me viera convertido en deseo y en amor por ti!

Ven, mi dulce luz, ven, mi queridísimo amor, apresúrate a venir a mi corazón, que renuncia a todo lo demás y nada quiere ya sino a ti.

¡Rey de mi corazón, vida de mi alma, mi precioso tesoro, mi única alegría!

Tú que eres mi todo, ven dentro de mi espíritu, de mi corazón y de mi alma para destruir mi orgullo, mi amor propio, mi propia voluntad y mis demás vicios e imperfecciones.

Ven a establecer en mí tu humildad, tu caridad, tu dulzura, tu paciencia, tu obediencia, tu celo y demás virtudes.

Ven a mí para amarte y glorificarte dignamente y para unir perfectamente mi espíritu con tu divino Espíritu, mi corazón con su sagrado Corazón, mi alma con tu alma santa, y para que este corazón, este cuerpo y esta alma, que están a menudo tan cercanos y unidos con tu corazón, tu cuerpo y tu alma por la santa Eucaristía, no tengan jamás otros sentimientos, afectos, deseos y pasiones que los de tu santo Corazón, de tu sagrado cuerpo y de tu alma divina.

Finalmente, ven, Jesús mío, ven a mí para vivir y reinar en mí en forma absoluta y para siempre.

Ven, Señor Jesús. Amén.

Que Jesús y María nos acompañen durante estos tiempos y nos ayuden a revitalizar nuestra vida espiritual.

P. Hermes, cjm

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