Mt 1,16.18-24: La importancia de San José, modelo de esposo y padre

Lectio ‘Palabra vivificante’. P. Fidel Oñoro cjm

 

  1. Mt 1,16.18-24: La importancia de San José, modelo de esposo y padre‏

 

La solemnidad de san José nos aproxima a un personaje singular de los evangelios: José, esposo de María y quien hizo las veces de padre terreno de Jesús.

 

Es una figura interesante, pero al mismo tiempo algo enigmática por la poca información que tenemos acerca de él.

 

Comencemos aclarando algunos datos.

 

Su nombre en hebreo ‘Yoseph’ es un augurio, significa ‘el Señor agregue’ (al niño nacido) muchos otros.

 

El primer José conocido en la Biblia es el hijo del patriarca Jacob y de Raquel, quien a pesar ser vendido por sus hermanos resulta siendo el primer ministro de Egipto. Es recordado por sus sueños y por haber sido salvador de su familia. Estos dos rasgos reaparecen en José, esposo de María de Nazaret.

 

Los evangelios de Marcos y de Juan no dan indicios acerca de él. Solamente Mateo y Lucas lo describen como el carpintero (Mt 13,55) y como esposo de María y padre legal de Jesús. Curiosamente nunca habla.

 

José es el hombre justo que sueña y ama, que no habla, pero sí actúa. Los verbos que describen sus pocas acciones son fuertes. Sobre su silencio se ha dicho que ‘no pronuncia palabra porque es aquel que custodia la Palabra’ (E. Bianchi).

 

La falta de información ha sido cubierta por obras tardías y no reconocidas canónicamente.

– Una del siglo II, el Proto-evangelio de Santiago, lo describe como un anciano: ’Tengo hijos y soy viejo, mientras que ella es una muchacha’ (9,2).

– Otra obra egipcia del siglo VI, la Historia de José el carpintero, cuenta que era viudo, con seis hijos (4 varones y 2 mujeres), cuando se casó con María (de 12 años); y que murió con 111 años (Historia de José…, 15,1) y que Jesús y María estaban allí a su lado.

 

Por lo anterior se le representó en adelante como un anciano. Sin embargo, parece más probable es que fuera joven, ya que la tradición hebrea regulaba como edades para el matrimonio, 18 años aproximadamente para el varón y 12 para la mujer (así en Pirké Avot 5,23).

 

Pero más que el retrato exterior de José, nos interesa el interior, precisamente lo que enfoca el evangelio.

 

José es retratado como el hombre ‘justo’. En la Biblia ‘justo’ es el que vive en sintonía con Dios, con su querer, siguiendo para ello el parámetro de la práctica de la ley. ¿Qué particularidad tiene en José?

 

Notemos los tres pasos del relato de Mateo:

 

1. Un conflicto, entre un dolor y un sueño

 

Antes de que fueran a vivir juntos, María resultó ‘encinta por obra del Espíritu Santo’ (1,18). ¡Sorpresa absoluta! ¡Una criatura llega a concebir al inconcebible, al propio Creador! Un dato que conoce el lector, no José.

 

José sabe del embarazo, pero no de la obra de Dios. Algo rasga el corazón de José, quien se siente traicionado. Y entra en conflicto. Debe elegir entre la ley de Dios que insiste varias veces en que hay que quitar de en medio al pecador (Dt 22,22) y el amor por aquella joven.

 

José está enamorado de María, no queda tranquilo, sigue pensando en ella, sigue soñándola de noche. Y encuentra un solución: ‘repudiarla en secreto’ (1,19). Por una parte le salva la vida, por otra él se pone en fuga.

 

El lector recibe esta confidencia personal de José y se pregunta cómo van a terminar las cosas.

 

2. El contraste con otra voz, el sueño de Dios

 

Mientras José está considerando estas cosas, en sueños le habla Dios por medio del ángel. A su proyecto personal se contrapone el proyecto de Dios, del cual toma conocimiento por medio de una anunciación.

 

El ángel le pone en conocimiento del dato ignorado y del punto de vista de Dios en esta historia.

 

Se trata del cumplimiento de una antigua profecía (Is 7,14) y también de una novedad absoluta en la historia: el Espíritu Santo, creador desde los orígenes, interviene para suscitar vida en el vientre virginal de María y da impulso a la singular misión del Dios-con-nosotros y Salvador (1,21-22).

 

El ‘no temas’ le pide dejarse contrastar, doblegar ante el nuevo proyecto, ante un querer de Dios que va más allá de lo escrito en la Ley.

 

¿A quién escucha José, a su miedo o a la nueva Palabra de Dios?

 

3. La respuesta final de José

 

José responde dejando de lado su sueño y optando por el sueño de Dios

 

José de manos callosas por el trabajo y del corazón tierno y herido, no habla sino que sabe escuchar los sueños que iluminaron la noche de su crisis.

 

José responde con acciones: ‘Hizo como el ángel del Señor le había mandado’. Su reacción coincide puntualmente con lo pedido en la anunciación divina: ‘Tomó consigo’ (1,20.24), es decir, acogió, se ocupó de, custodió la vida de María y de Jesús.

 

Por una parte, José elige el amor por MarÍa, porque como escribe la filósofa hebrea-cristiana Simone Weil: ‘poner la ley primero que la persona es la esencia de la blasfemia’.

 

Pero, por otra, a quien elige a es a Dios, el proyecto de Dios, con una justicia mayor que la de la Ley.

 

Y de este modo José es profeta que anticipa y prepara las opciones que tomará Jesús, cuando quebrantará la ley del sábado para sanar el dolor del hombre.

 

A partir de aquí, bajo la custodia amorosa de José, María deja la casa donde le dijo sí a Dios y va a la casa del hombre que le dijo sí a Dios, con su corazón de carne, con ternura y libertad. El corazón es la puerta de Dios.

 

En fin…

 

José ‘toma consigo’ a María como esposa y a Jesús como su hijo, ese hijo que no ha generado y de quien se hará el verdadero padre porque lo amará, lo hará crecer, lo hará feliz, le enseñará los oficios del hombre, y a soñar, y a creer en el amor.

 

La vocación de José es la de ser custodio de una familia, donde madura la vocación de María y la vocación de Jesús.

 

José es el ‘justo’ que tiene sensibilidad para reconocer el inédito llamado de Dios en su esposa y en su hijo, y ponerse al servicio de esa vocación.

 

José es modelo de lo que se espera de una familia y de toda comunidad, en la que cada uno aprende a reconocer con respeto la vocación particular del otro y le ayuda a realizarla.

 

Pero hay más. Con relación a Jesús, José hace otra contribución. Su paternidad da su aporte en la encarnación del Hijo de Dios.

 

Encarnación no es solamente un hecho biológico. Jesús se hace hombre también asumiendo una identidad de varón y de hombre en el mundo; la figura paterna -varonil y de autoridad- es necesaria para ello.

 

El mismo Jesús que como Hijo de Dios será revelador de Dios Padre, tuvo un padre terreno a quien aprendió a decir ‘papá’. San Juan Eudes se fijó en ese detalle y compuso su oración que comienza: *¡Alégrate José, imagen de Dios Padre…’.*

 

Y podríamos hacer completa en este hermoso día:

 

*’Alégrate José, espejo de humildad y de obediencia.

Bendito tú entre todos los hombres.

Benditos tus ojos, que vieron lo que tú viste.

Benditos tus oídos, que oyeron lo que tú oíste.

Benditas tus manos, que tocaron la Palabra hecha carne.

Benditos tus brazos, que cargaron al que sostiene todo.

Bendito tu pecho, donde el Hijo de Dios descansó suavemente.

Bendito tu corazón, encendido por su ardiente amor’*

(San Juan Eudes)

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3 comentarios
  1. Elizabeth Bellido

    Gracias, cada día esta palabra me fortalece en esta época de Crisis que estamos viviendo, mis oraciones por su salud

  2. Juanita

    Gracias, la palabra del señor nos conforta y nos llena de su amor.

  3. Mabel Bazan

    San José llegó en un momento muy especial.Que buenas reflexiones sobre este padre,esposo y santo de todos!Me queda tan claro:lo de los sueños y el amor,si si al plan de Dios;su participación en la anunciación!Alabado sea Dios

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