“Manténganse despiertos y oren, para que puedan hacer frente a todo lo que ha de suceder.” – Lucas 21:36 (BDH)
Despertar por dentro
Muchos caminan por la vida en automático: repiten rutinas, reaccionan sin pensar, se dejan llevar por emociones pasajeras o distracciones constantes. Vivir así es estar físicamente despiertos, pero espiritualmente dormidos.
Vivir atentos no significa estar tensos o inquietos, sino despertar por dentro, mantenernos conectados con lo que pensamos, sentimos y hacemos… con lo que Dios nos dice en cada momento.
La vigilancia del alma
Jesús insistía con frecuencia: “estén despiertos”, “velen y oren”. No hablaba solo de estar alerta ante peligros externos, sino de no descuidar el corazón, de no dejar que el ruido del mundo nos robe el centro.
“No se duerman, manténganse despiertos y oren para que no caigan en la tentación.” – Mateo 26:41 (BDH)
La atención interior es la base de la libertad: solo cuando somos conscientes de lo que ocurre en nosotros, podemos elegir bien, responder con amor y evitar reacciones impulsivas.
Presencia de Dios en el presente
Una persona que vive atenta no solo se observa a sí misma, también reconoce a Dios en cada instante: en una conversación, en una emoción, en el silencio, en una interrupción.
Estar atentos es vivir el momento presente con todo el corazón, sabiendo que ahí —y no en el pasado ni en el futuro— es donde Dios actúa.
“Estén siempre alerta y oren en todo momento.” – Efesios 6:18 (BDH)
Práctica espiritual: pausa y presencia
Durante esta semana, te propongo una práctica sencilla:
- Tres veces al día, haz una pausa de un minuto.
Cierra los ojos, respira profundo y di interiormente:
“Señor, aquí estoy. Que no me pierda de tu presencia.”
También puedes elegir una actividad cotidiana —como caminar, comer o escuchar— para hacerla con atención plena, como si fuera una oración silenciosa.
Para meditar y orar
Señor,
despiértame por dentro.
No dejes que viva distraído o dormido.
Enséñame a estar presente a ti,
a los demás y a mí mismo.
Que mi atención sea oración
y mi vigilancia, libertad.
Amén.
John Angulo