Un testimonio del Amor de Dios, de fe, fuerza y valentía en medio de las dificultades

El pasado jueves 17 de noviembre, nuestro director el padre Javier Riveros entrevistó a una guerrera, quien estando de misión en África fue secuestrada por integrantes de la organización terrorista Al Qaeda. Ella es la hermana Gloria Cecilia Narváez y contó su testimonio de vida.

Nació en un pueblito al sur del departamento de Nariño, en el municipio de Buesaco, en una familia muy cristiana y católica, donde todas las noches rezaban el Santo Rosario, participaban de la eucaristía y así fue creciendo su amor por Dios. Ella, en cada lugar donde se encontraba estaba Dios: la escuela (sí fueran profesores del Estado, se impartía la educación religiosa), el testimonio de sus padres que infundieron ese amor tan grande, ser sensibles al dolor de los demás, de las personas que sufrían, que pasaban hambre. Todo se fue dando para poder servir.

Cuando terminó de estudiar les dijo que quería vivir la experiencia de Dios, así que decidió entrar en  la congregación de las Hermanas franciscanas de María Inmaculada y desde ese primer momento quiso viajar a África porque sentía muchos deseos de servir allá.

Al llegar, estuvo en Benín y se enfrentó a la situación (que la marcó bastante) de no tener agua y tener que recorrer 8 kilómetros para recoger un balde. Otra situación que la marcó fue que la mujer no tenía acceso a la educación y que poco a poco gracias al Señor y al hogar donde vivía, las damas y niñas podían educarse y no quedarse simplemente en la casa, recuperar su dignidad y salir adelante, siempre de la mano de Dios.

Partió para Malí y allí ayudó a las mujeres y niños. Según la cultura, cuando la madre tenía un hijo y esta moría, ese bebe era considerado maldito, así como aquellos que nacían con alguna discapacidad. La hermana Cecilia ayudó a superar el dolor de las mamás tras perder a sus pequeños. También aportó a la educación de niños, niñas y mujeres que era marginadas por la cultura que se vive.

El 7 de octubre de 2017, la hermana junto a las demás estaban al sur de Malí (cerca de Burkina Faso) cuidando a unos bebes que estaban en aislamiento, cuando el grupo terrorista Al Qaeda llegó. Ella temía por la vida de sus hermanas, y al igual que Jesús se entregó por nosotros, ella pidió que se la llevaran. Comenzó una travesía donde en varios puntos era encadenada para que no se escapara, veía como los grupos armados tenían un gran arsenal de armas, conoció personas que por temor de su vida negaban al Señor, flagelaciones, humillaciones y toda clase de maltrato físico y emocional.

Fue un momento donde la hermana (y como a muchos de los que leen este artículo) le preguntaba al Señor hasta cuándo acabará la tortura y por qué la abandonó, pero era tan grande la fe que ella realizaba la comunión espiritual y dibujaba un cáliz para representar la Cena del Señor. Cumplía con la enseñanza de San Francisco de Asís: “Si te azotan, bendícelos y que nadie se vaya sin ver en tus ojos la misericordia”. Sus captores le decían que se convirtiese a su religión, pero su amor a Jesús la mantuvo decidida a no perder la batalla.

Fue liberada el 9 de octubre de 2021, gracias a la inteligencia de varios países. Y esto deja una gran enseñanza, y es que Dios nunca abandona a quienes son fieles a Él y que oran por el otro, como Su Hijo nos enseñó, porque Jesús nos enseñó que no importa de donde seas, de qué religión seas o qué pienses, Él siempre te ama y cuida de aquellos que practican el respeto y la justicia.

Si deseas revivir la entrevista completa,  puedes hacerlo ingresando a este enlace https://fb.watch/gXyK-7_PbB/

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