“¡Alégrate! El Señor esta cerca”
El Adviento es un tiempo de espera, esperanza y preparación espiritual para recibir al Salvador. En su tercera semana, conocida como Gaudete (del latín “alégrate”), la liturgia nos invita a hacer una pausa en el tono penitencial para abrazar la alegría que brota no solo de la esperanza sino por la certeza de que el Señor está cerca. Este llamado, profundamente espiritual, se relaciona también con las realidades de nuestra vida diaria: personales, espirituales, familiares, económicas, sociales, afectivas o de salud.
El apóstol Pablo nos recuerda: “Estén siempre alegres en el Señor; se los repito, estén alegres” (Filipenses 4,4). La alegría a la que estamos llamados no se trata de un simple optimismo superficial, o emocionalismo absurdo, sino una invitación a confiar en Dios, incluso en medio de las dificultades y alegrarnos por la venida del Señor. En nuestras realidades personales, puede parecer difícil experimentar alegría cuando enfrentamos problemas de salud, conflictos familiares o incertidumbre económica o social. Sin embargo, esta semana “Gaudete” nos recuerda que la verdadera alegría no depende de las circunstancias externas, sino de la presencia de Dios en nuestra vida.
Por ejemplo, en el ámbito familiar, cuando surgen tensiones o heridas emocionales, la alegría puede parecer lejana. Pero en esos momentos, Dios nos llama a buscar la reconciliación y a confiar en que su gracia puede sanar los corazones heridos. Aún lo que parece irreparable, tiene solución. Se necesita por supuesto oración y compromiso de nuestra parte para dejarnos sanar y salvar por Dios.
También por estos días podemos sentirnos agobiados por la falta de recursos, por alguna dificultad laboral económica. Es natural sentir preocupación y desánimo. Sin embargo, el Adviento nos invita a reconocer que Dios está presente en nuestras luchas, que el hambre será saciada y la esperanza se verá realizada. Justamente Jesús viene para dar alimento a los hambrientos, para levantar a los caídos, para colmar de bienes a los pobres.
Además, esta semana de la Alegría, nos invita ofrecer un canto de alabanza a Dios, unidos a la Virgen María podemos decir: “Proclama mi alma la grandeza de mi Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava” (Lucas 1, 47-48). Gaudete nos llama a dejar para siempre el orgullo y la vanidad que finalmente entristece, y a tomar con decisión el camino de la humildad que libera el corazón, de la entrega sencilla pero total de nuestra vida a Dios como fuente de alegría.
EL Señor está cerca y su cercanía nos llena de alegría. Aunque a veces experimentamos quebrantos, nada nos puede robar la esperanza y la alegría porque el Señor también está cerca del que sufre: “El Señor está cerca de los que tienen el corazón quebrantado” (Salmo 34,18).
¡Alégrate!, porque el Señor está cerca. “Los que sembraron con lágrimas, cosecharán entre gritos de júbilo” (Salmo 126,5). Que esta promesa nos llene de confianza y gozo en este tiempo de espera. Alégrate, en este tiempo, la alegría también es un don de Dios para ti y para todos los que están a tu lado. ¡Alégrate!