Mateo 19, 23-30: El ojo de la aguja

‘Si quieres ser perfecto…’: Jesús y el joven rico.
Lectio de Mateo 19, 22-26
P. Fidel Oñoro

“Si quieres ser perfecto: ve, vende tus bienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos. Luego sígueme” (Mt 19,21).

A un joven que desde pequeño ha practicado los mandamientos, Jesús le propone un segundo nivel: “Si quieres ser perfecto”.

Se trata de una vida despojada, libre, pobre de lo que no es esencial y rica de lo fundamental. Libre todos los miedos, de lo que si no lo agarras y posees te genera ansiedad, libre de ese consumismo que pone a las cosas por encima de las personas.

No nos está diciendo el Señor que nos volvamos mendigos, sino que tengamos un corazón liviano. Un corazón conquistado por la mirada amorosa del Señor, un corazón conquistado por la locura de Dios.

Joven rico no se la sintió de seguir este camino de Jesús de Nazaret. Era demasiado alto ese objetivo para él, para él era un camino demasiado inseguro. A veces puede ocurrir: preferir un presente estéril a un futuro magnífico que todavía no tienes en mano, pero que existe.

Una cosa te falta… Hay un vacío por dentro que sólo Jesús puede llenar. Me imagino la alegría inicial del joven cuando escuchó eso y a lo mejor pensó: “Por fin, ¡llegamos!”. Pero luego, cuando escuchó la propuesta, dio medio vuelta y se fue triste.

Lo que lo salvaría no sería la obediencia a otra norma: su vida estuvo llena de leyes observadas y, sin embargo, que, con todo y esto, no restauraron su vida y ni alcanzaron plenitud de significado en su manera de vivir.

Jesús lo invitó a no ser prisionero de sus certezas, incluso religiosas, y a tratar de poner sus pasos no detrás de sus convicciones, sino detrás de una persona, la de él: “Sígueme”.

Lo que lo iba a salvar no sería ya una religiosidad, de esas que dan seguridad, sino el encuentro con una persona, la contemplación de un rostro reconocido y siempre bienvenido.

Estamos verdaderamente ante una invitación a la libertad y la espontaneidad.

Eres lo que puedes compartir, no lo que finalmente puedes acumular. Eres una comunión de rostros beneficiados por ti: este es el sentido de la vida.

No basta la fidelidad a los deberes religiosos, es necesaria la implicación personal en la historia de Jesús: “Sígueme”.

Una cosa te falta…

Vale la pena escuchar esta propuesta de Jesús:
”Si quieres ser perfecto: ve, vende tus bienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos. Luego sígueme” (Mt 19,21).

El ojo de la aguja
Lectio de Mateo 19, 23-30
P. Fidel Oñoro cjm

Cuando el joven rico da media vuelta y se va en dirección contraria al seguimiento, lleno de tristeza, Jesús toma la palabra para pronunciar una enseñanza: “Les aseguro que es muy difícil que un rico entre en el Reino de los cielos’ (Mt 19, 23).

Y lo enfatiza con el ejemplo de la dificultad de un camello para pasar por el ojo de una aguja.

Quiere decir que para un rico no es imposible entrar en el Reino, pero sí la tiene difícil, porque las riquezas que poseen le roban espacio en el corazón, porque obstaculizan su apertura.

Jesús no se refiere aquí al hecho evidente del trabajar para vivir dignamente, se refiere a la posesión que te atrapa.

Si volvemos al sermón de la montaña veremos que el problema no es el tener sino el atesorar, el acumular (Mt 6,19-34). Lo cual implica una preocupación constante que hace que la atención y el corazón se enfoquen en las cosas.

Con el dicho, lo que Jesús subraya es cuánto esfuerzo le requiere a quien posee muchos bienes el entrar en la lógica del Reino.

La imagen del pequeño orificio en una aguja, probablemente para tejer la lana o coser las carpas, nos remite a otra imagen, la de la puerta estrecha por la que se debe pasar para seguir la enseñanza de Jesús (7,13-14).

Los discípulos se espantan. Deducen del ese dicho del Señor que es imposible salvarse.

Y Jesús responde con una nueva enseñanza, que es para grabar en el corazón, para no olvidar nunca, sobre todo nos topamos con circunstancias aparentemente difíciles de superar.

Con la mirada fija en ellos les dice: “Para los hombres es imposible, pero para Dios todo es posible’ (19,26).

Jesús especifica entonces que no es imposible para Dios el ser salvado. Es una obra de Dios que lo puede todo. No están cerradas las puertas para los ricos.

En ese momento Pedro pasa al frente para mostrar que, de hecho, ellos sí han dado el paso que no dio el joven rico.

Ya lo ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido’ (19,27)

Lo que el joven no tuvo la valentía de dejar, ellos sí. Los discípulos no eran pobres. No siguieron a Jesús porque no tuvieran nada. Al contrario, la respuesta a la llamada implicó tremendos desprendimientos.

Y Pedro agrega la pregunta: “*¿Qué recibiremos, pues?*”

“Lo hemos dejado todo”: claro que sí, habían dejado casa, familia, pueblo, amigos, oficio, pero sobre todo habían puesto en cuestión sus ideas, proyectos, hábitos.

Pedro, sin embargo, sigue cerrado en una lógica contractual: nadie hace nada por nada.

Al evocar todo lo que ha dejado, Pedro repasa algunas áreas de su vida y trata de hacer un balance. Estos son el área afectiva (¿quién me ama?), el área de toma de decisiones (¿con conviene más?), el de los medios disponibles (¿qué tengo?), luego el de la imagen social (¿qué piensan los demás?), el del significado (¿de qué sirve?) y finalmente el de la identidad (¿quién soy yo?).

Jesús responde con una frase que merece hoy toda nuestra consideración.

El discípulo recibe de Jesús tres dones: “*Se sentarán también ustedes en doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel… Todo el que haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o campos por mi nombre, recibirá el ciento por uno… Y recibirá vida eterna*” (19,28-29).

Jesús le pide a Pedro y a sus primeros seguidores un cambio de perspectiva:
– de una lógica contractual a una elección de fe y amor;
– del tener al ser, contar activos al ser la persona;
– de buscar algo para uno mismo al vivir en comunión con él.

En fin…

Seguir a Jesús es vida, no renuncia.

Al Pedro que le pregunta qué puede recibir a cambio, Jesús le explica el valor y la fecundidad de su elección.

Vamos a profundizar estas palabras de Jesús.

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1 comentario
  1. Luz Amparo Parra

    Gracias Padre Fidel. Cuan difícil es despojarnos de lo material cuando de trabajar por el reino se trata. Pero como lo dice Jesús, para Dios todo es posible, lo que para el hombre es imposible. Señor ten misericordia de tus hijos.

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