Espíritu de Vida
La fe nos propone creer en Dios, Hacedor del hombre, ese Dios maravilloso que es Padre, hijo y Espíritu Santo. El Concilio II de Constantinopla lo enseña: “Creemos en un solo Dios Padre, del cual todo procede; un solo Señor, Jesucristo, por medio del cual todo fue hecho, y un solo Espíritu, en el que todo existe”.
En el libro de Génesis, leemos que en el principio de la creación el Espíritu de Dios, como si fuera un ave gigantesca, aleteaba sobre las aguas (cf. Gen 1,2).
Los cristianos creemos en el Creador que dio existencia al Universo. El salmo 33, 6 lo confiesa: “Por la palabra de Yahvé fueron hechos los cielos; por el aliento de su boca, todos sus ejércitos”. Parecidas alusiones se encuentran en referencia a la creación de los seres vivos y del hombre. Aunque en el Antiguo Testamento no se tenía conciencia del Espíritu como Persona divina, sin embargo, las alusiones al Espíritu Santo leídas a la luz del Nuevo Testamento, son una pista iluminadora.
Escuchando las explicaciones de los científicos, podemos imaginar lo que sería ese paso del caos al cosmos, del desorden a la perfección: esa fue la primera Pascua, el primer Pentecostés. Los científicos piensan que antes de la gran explosión del Big Bang, había un núcleo de materia inicial que empezó a explotar y a expandirse por el espacio inmensurable. Así se dio origen al Universo: galaxias, nebulosas, y constelaciones, estrellas y cometas, planetas, y satélites, asteroides y meteoros, fueron el resultado de ese Pentecostés cósmico, porque los creyentes vemos en este acontecimiento la acción poderosa del Espíritu Santo que llena el orbe y que renueva la faz de la Tierra (cf. Sab 1,7; Sal 104, 30; gaudium et spes 11,1 presviterium ordinis 22,3).
Padre Diego Jaramillo, CJM (presidente Organización Minuto de Dios)
Conoce más sobre cómo vivir un Pentecostés Permanente www.minutodedios.fm/pentecostesmd
Adquiere aquí nuestro fondo editorial www.libreriaminutodedios.com
