Muchas veces pensamos que ser misioneros significa viajar lejos, ir a otros pueblos o países para hablar de Dios. Sin embargo, la verdadera misión comienza en el lugar más cercano a nosotros: nuestro hogar. Allí, entre los que más amamos y nos conocen tal como somos, se juega la autenticidad de nuestra fe. No hay misión más difícil ni más...
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