María es la Bienaventurada, la Madre de la Iglesia

María es la llena de gracia, ella ha sido participe por excelencia del misterio salvífico de Cristo. Desde su entrega plena a la voluntad de Dios, ella se convirtió en el medio por el cual el Verbo se encarnaría en el mundo.

Esto la convierte en la Madre de Cristo, la Madre de Dios; como lo declara el Concilio de Éfeso del 431. Por su parte, San Agustín declara que María es Madre de los miembros de Cristo, el Hijo de Dios y a su vez recibe el mérito de ser Madre de su cuerpo místico, es decir, la Iglesia.  Ella estaba presente en el inicio del Iglesia, siendo el acontecimiento de pentecostés el punto inicial para el anuncio del Kerigma en el mundo.

La Iglesia ve en ella una figura de gran relevancia la cual está configurada en el amor, por esto el Santo Padre Francisco ha decidido que su memoria tenga mayor representación en la liturgia. Esta adhesión a la liturgia se hace con la finalidad de resaltar la comprensión de María en el misterio de Cristo y de l a Iglesia. También, responde al sentir del pueblo cristiano que a lo largo y ancho de la historia de la Iglesia se ha encomendado a su maternal cuidado y ha visto en ella un modelo de cuidado y compañía que le fortalece en su camino de fe.

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