León XIV viaja a las raíces de la fe: Turquía y Líbano, epicentro de su mensaje de esperanza

El Papa León XIV emprenderá su primer viaje apostólico fuera de Italia del 27 de noviembre al 2 de diciembre, con destino a Turquía y Líbano, dos países marcados por la historia, la fe y los desafíos contemporáneos. Será una peregrinación cargada de simbolismo, en la que el Pontífice buscará tender puentes entre Oriente y Occidente, y renovar el llamado de la Iglesia a la paz, la unidad y la esperanza en Medio Oriente.

En Turquía, el Papa visitará İznik, la antigua Nicea, donde hace 1.700 años se celebró el Primer Concilio Ecuménico que definió los fundamentos de la fe cristiana y dio origen al Credo que los creyentes recitan hasta hoy. Allí, junto al Patriarca Ecuménico Bartolomé, líder espiritual de los cristianos ortodoxos, León XIV conmemorará ese acontecimiento histórico como signo de unidad y diálogo fraterno. Su presencia en Nicea busca evocar no solo la memoria de la Iglesia primitiva, sino también un compromiso actual: seguir construyendo la comunión entre católicos y ortodoxos en un mundo fragmentado.

Posteriormente, el Pontífice se dirigirá al Líbano, país profundamente querido por la Iglesia y símbolo de convivencia entre credos. En una nación que aún sufre las heridas de la explosión del puerto de Beirut y las consecuencias de la crisis económica, León XIV llevará un mensaje de consuelo, paz y reconstrucción espiritual. Como recordó recientemente, “el Líbano no ha perdido su luz, porque su esperanza sigue encendida en los corazones de su pueblo”.

El Vaticano ha confirmado que el Papa viaja a invitación de las autoridades civiles y religiosas de ambos países, cumpliendo así un deseo que su predecesor, el Papa Francisco, había manifestado antes de su fallecimiento. Con este gesto, León XIV honra la memoria del Papa de la fraternidad y asume su legado pastoral, demostrando que la misión de la Iglesia trasciende los límites del tiempo y continúa guiada por el Espíritu.

Este primer viaje del nuevo Pontífice se presenta, entonces, como una peregrinación de fe y diálogo, una oportunidad para mirar hacia las raíces del cristianismo y, al mismo tiempo, hacia el futuro de la humanidad. En Turquía, las piedras antiguas de Nicea hablarán de unidad. En el Líbano, los cedros milenarios recordarán la resistencia y la esperanza de un pueblo creyente.

Así, desde el corazón del Medio Oriente, León XIV enviará al mundo un mensaje claro: la fe no se encierra, sino que se abre al encuentro; la paz no se impone, se construye con gestos concretos de amor y comprensión mutua.

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