Las cartas de Pablo

Vida de Pablo:

Se conoce que su nombre, en principio, era Saulo y que provenía de la ciudad de Tarso de Cilicia. Fue judío y se formó en el fariseísmo siendo discípulo del reconocido doctor de la Ley, Gamaliel (Hch 22, 3). En defensa de la fe en la que vivía se convirtió en perseguidor de los cristianos, hasta que tuvo un encuentro con el Señor que lo llevó a convertirse al cristianismo. Cambio su nombre por Pablo y se encomendó de gran manera a la predicación del Evangelio, no solo se limitó a predicar a sus hermanos los judíos sino por el contrario, le hablo a los griegos, a los no creyentes y a todo aquel que creyese debía recibir la Palabra del Señor. Se aventuró en tres grandes viajes en donde no solo predicó el kerigma, sino también, ayudó a la consolidación y formación de las nuevas comunidades cristianas que nacían fruto de su predicación.

Composición de las cartas:

No se encargó únicamente de la predicación, sino también, fungió como un gran pastor para las primeras comunidades cristianas. Llegando así, a escribir cartas en las que ayudaba a solucionar problemáticas que surgían en lo cotidiano de las comunidades, como también, emitía juicios y exhortaciones morales. Las dirigía a las distintas Iglesias presentes como la de Corintios, Tesalónica, Éfeso, Filipo, entre otros como a sus hermanos que eran cabeza de estas comunidades.

El valor de las epístolas de Pablo:

El reconocimiento de la labor pastoral de Pablo llegó hasta gran punto, que sus cartas fueron tenidas presentes dentro del canon bíblico. Esto por el gran conocimiento que tenía en temas pastorales y también por el uso que le daban las comunidades, ya que se le reconocía la inspiración por el Señor y su celo y cuidado en la Iglesia.

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