La Reina del Cielo

Con la Encíclica Ad Caelo Reginam el Papa Pio XII expresaba que se instituye en la Iglesia una fiesta propia para que todo cristiano reconozca y venera con mayor fervor a la Madre de Dios. El Papa estableció que esta Solemnidad se celebra a los ocho días de la Solemnidad de la Asunción.

María es el gran ejemplo:

La Santísima Virgen María es la clara muestra para todo el género humano de que vale la pena abandonarse a la providencia del Señor, ella sin saber lo que le esperaba ha sido dotada de grandísimos regalos que el mismo Señor ha regalado, dándole un puesto en la historia muy relevante y significativo. María, sin embargo, no se jacto de todo lo que había recibido, sino por el contrario mantuvo actitudes acordes a la humildad y a la sencillez, estuvo siempre cerca de su Hijo y experimentó de primera mano el amor paternal del Padre para con todo aquel que deseaba acercarse y cambiar su vida.

Inspiración y motivación:

Con esta gran fiesta que la Iglesia celebra, María nos evoca a continuar día a día en nuestro proceso de cambio y transformación en el Señor. Ella siendo asunta al Cielo y fue coronada en plenitud de cuerpo y alma como la Reina de este, siendo así la primera de gozar del Reino de los Cielos. Este camino no fue fácil, pero la constituyó a ella, que, siendo una criatura de Dios, supo cumplir a cabalidad con lo que el Señor a lo que el Señor nos invita constantemente, a seguir en su amor sin querer nada a cambio. Ella se ha convertido también en la Madre de toda la Iglesia, intercediendo por cada uno de los miembros de esta, acompañando en el camino de la santidad a todos aquellos que son valientes y que desean llevar su cruz con alegría y entusiasmo.

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