Las dinámicas de la vida se han encargado de distanciar a las familias, el estrés, el trabajo, los estudios y las amistades muchas veces se sobreponen a lo que debe primar. La familia es la base de la sociedad, todos los seres humanos tienen una y siempre se le debe dar la importancia que esta merece. El tiempo de navidad y de adviento va muy encaminado al compartir, desde organizar el hogar con la temática de navidad hasta ir a misa y encender domingo a domingo la corona de adviento.
En muchas ocasiones se ha dejado de lado la fe, pero es indudable que la navidad permea todo el contexto social, las personas que quieren encontrar un nuevo sentido a su vida, los creyentes que se preparan para el nacimiento espiritual del Señor y la Iglesia que recuerda constantemente que el Salvador ha venido para dar libertad a los cautivos, para ser modelo de amor y de servicio a los demás. El pesebre se convierte en este pequeño altar, humilde y sencillo en el que todos aguardan la llegada del Sol que viene de lo alto.
La novena congrega a las familias, a los amigos, vecinos y hasta los que no se conocen. Es un espacio que Dios ha regalado al hombre para que este entienda en profundidad la venida del Salvador. El mesías ya viene y la novena prepara para esto, para que se comprenda que lo que se celebra no es una tradición, no son comprar desmesuradas, es un milagro vivo y latente, es la misericordia del Padre para con todo el genero humano. La novena acerca a los que están lejos y coloca a todos en una misma sintonía, en estar unidos al Señor. Es un espacio para crecer, para compartir y para vivir en familia y esperar con gozo el nacimiento del Jesús, el Rey que nació en la humildad del corazón.