El Padre día a día nos recuerda cuánto nos ama, por medio de pequeños actos Él confirma su fidelidad a toda la humanidad. Es nuestro Creador y nos ha dado grandes regalos para cuidar y admirar; y en ellos poder contemplar su magnificencia. La mujer hace parte fundamental de toda la sociedad y gracias a ella podemos conocer la bondad, el amor, la fraternidad y muchas más cualidades propias del género femenino.
Su papel en la historia es tan grande y relevante que hasta el mismo Dios quiso tener una mamá, ella lo cuido, lo protegió y veló por su integridad y cuidado a lo largo de su vida. Durante la vida de Jesús, inclusive, hasta el momento de su muerte estuvo rodeado de un grupo de mujeres fuertes, valientes y fieles lo acompañaron. También, Él escogió a una mujer para que fuera testigo de que había resucitado; por encima de todos sus fieles amigos.
Con lo anterior podemos comprender que Dios resalta de forma fenomenal el papel de la mujer, restaurando por completo su dignidad. Recordando que nada ni nadie la puede juzgar y que de la mano de Cristo su vida tiene un nuevo significado.
La mujer cumple tareas fundamentales dentro y fuera del hogar, se entrega sin medida y hace hasta de más con el fin de poder mostrar ese amor puro por el otro. Sin embargo, en la sociedad el papel de la mujer ha tratado de ser demeritado, limitándose únicamente a ser una maquinaria para producir. La mujer tiene grandes virtudes, cualidades que ni el mismo hombre tiene. Es por esto por lo que una dupla entre hombre y mujer se convierte en un equipo sólido el cual está intrínsecamente relacionado desde la diversidad del individuo.
Hoy es un día para exaltar a la mujer y su labor en la sociedad, recordar que ellas son capaces de todo, pero también debemos ayudarnos para que vivamos con mayor equidad. No son tiempos fáciles pero el hombre y la mujer son el prospecto de vida para el futuro y de la mano con ellas se podrá construir una mejor sociedad.