En días pasados se llevó a cabo la competencia de levantamiento de pesas (halterofilia) en los Juegos Olímpicos Tokio 2020. Durante la ceremonia de premiación que tuvo lugar el lunes, los ojos del mundo fueron testigos de un hecho muy especial, cuando la atleta de origen filipino Hidilyn Díaz levantó la medalla de oro que había ganado. Debajo de la presea dorada la atleta portaba la medalla de la Virgen de la Milagrosa, un testimonio de su fe ante un mundo cada vez más necesitado de la manifestación de los hijos de Dios.
La pesista de 30 años señaló visiblemente emocionada al cielo luego de finalizar los honores al himno de su país, mostrando así su agradecimiento a Dios y a la Virgen María por la consecución de tan importante logro.
“No esperaba levantar eso ayer. Supongo que fue gracias a Dios y a todas las personas que rezaron por mí ayer. Estoy agradecida a todos los que rezaron e hicieron la novena”. La medalla de la Virgen de la Milagrosa había sido un regalo de un amigo con quien había rezado la novena días antes de llegar a las Justas Olímpicas.
Sigamos el ejemplo de Hidilyn, levantamos con orgullo nuestra fe, que todos puedan ver que es nuestro Señor quien nos sustenta, que María nunca nos desampara y que todos nuestros logros son por Él y para Él.